27/04/2024
05:08 PM

Ni ver ni oír ni entender

Salomón Melgares Jr.

Los anuncios del profeta Isaías a menudo condenaban al pueblo de Israel de “no poder ver ni oír ni tampoco entender”. Como bien lo advierte un comentarista bíblico, el profeta usaba una y otra vez esta idea para señalarle a los israelitas su empecinamiento en negarse a mirar a Dios y escucharlo. Ellos estaban interesados solamente en sus propias agendas (ver 31:1).

Esto mismo puede percibirse en los discípulos de Jesús. Ellos esperaban que Jesús fuera el rey prometido por Isaías (Lucas 24:13-35). Pero al igual que sus compatriotas en los días del profeta, sus ojos, oídos y entendimiento estaban cerrados a lo que Dios verdaderamente estaba haciendo a través de su Hijo: derrocar el reino del pecado en el mundo. No obstante, después de la resurrección de Jesús, los ojos, oídos y entendimiento de los discípulos finalmente se abrieron. Ellos captaron —posiblemente por primerísima vez— que Jesús estaba allí para cambiar el mundo no a través de la represalia militar, sino a través del perdón de los pecados; mensaje que posteriormente le llevarían al mundo.

Si se notó, la equivalencia con nuestros días es abrumadora. Los temas del medio ambiente, los valores morales, la estructura y funcionalidad de la sociedad y la familia, la politiquería y, por supuesto, Dios y sus “cosas espirituales” nos gritan que nosotros tampoco podemos ver, oír ni entender. Incluso nos dicen, al igual que el profeta, “¡ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas!” (Isaías 5:20, NVI). ¡Pero hay una buena noticia!

Esta es: el cambio que Jesús efectuó todavía sigue vigente. Así que, si usted se siente desalentado o piensa que, como dice la canción, no puede ser domado, no puede ser cambiado, no puede ser restaurado, piénselo de nuevo. No importa quien sea o lo cegado que haya sido, usted es valioso para Dios.