27/04/2024
11:28 AM

Los verdaderos fantasmas

Renán Martínez

La reunión festiva con que me recibieron amigos míos cuando llegué a Tampa, Florida, la semana anterior, fue de noche en una casa convertida prácticamente en un santuario de fantasía dedicado al día de Halloween que se celebrará el próximo 31 de octubre. Nos recibió, a mí y mis acompañantes, a la entrada de la residencia, el espantajo de un hombre muerto con sus ojos vaciados que si lo encuentro en un lugar solitario, me mata del susto.

Al buscar el timbre para que abrieran la puerta, nos encontramos con un ojo macabro que podría ser la réplica aumentada de uno de los ojos que le faltaba al “difunto” que nos dio la bienvenida. Dentro de la vivienda a media luz, toda la decoración era terrorífica. No había objeto en que no tuviera estampada una figura alusiva a la esperada celebración. “Así celebramos en Estados Unidos el día de Halloween”, dijo la anfitriona cuando le mostré mi asombro por tanta expresión fantasmal, no obstante que faltan días para la festividad. El mero día la locura es mayor, hasta los postres de la cena son espeluznantes y el ambiente se vuelve tétrico con las historias de miedo que cuentan los mayores. La industria de Halloween nos ha hecho creer, a través de sus series y películas, que se trata de una fiesta de EE UU, pero la fecha se ha celebrado por siglos en Irlanda y Escocia. Fueron los escoceses quienes trajeron esta costumbre a Norteamérica y luego, por influencia estadounidense, Halloween se extendió a países como el nuestro, a finales del siglo pasado. Algunas religiones no aceptan esta celebración porque, según dicen, no va con los principios cristianos. Hay quienes incluso consideran que es una celebración del cumpleaños de Satán.

En EE UU, Halloween es un respiro en medio del ajetreo diario que vive la gente para poder cumplir con los compromisos inherentes a sus tareas. “Aquí la gente se levanta trabajando y cuando termina su jornada se va la casa a revisar sus biles (impuestos por pagar)”. Hay que haber nacido aquí para soportar esta vida”, me comentó Alfredo Beltrán, un cubano nacionalizado estadounidense. En el país de las oportunidades no hay tantos feriados. Mientras que en Honduras, solo en este octubre hay tres asuetos decretados los cuales se unen con un fin de semana para convertirlo en cinco días de descanso. Sin embargo, los burócratas lo estiran a siete días como hacen con el feriado de Semana Santa. En estos momentos los más felices por este jolgorio de un país pobre, son los diputados que llevan ya casi dos meses sin trabajar, pero sin dejar de devengar sus jugosos sueldos que superan, en forma exorbitante, al salario de un empleado que tributa para que ellos hagan su trabajo. Eso también es corrupción. Cuando están en sus curules muchos legislan con el “truco o trato” (me das o te asusto) aunque no sea día de Halloween. Es decir, cuando anteponen sus intereses políticos y particulares a los del soberano que los eligió.

Afortunadamente, son ficticios los espectros de Halloween que a muchos divierte, al comercio agrada y a otros enfada. Los verdaderos fantasmas, los que aterran al pueblo, son la inseguridad, la inestabilidad política, la corrupción y la pobreza. A esos hay que erradicar.