25/05/2024
04:04 PM

Escuchar el clamor de nuestra gente

Javier Santos Mancías

Vienen a mi mente las diferentes ocasiones en que he visto contingentes de policías y militares reprimiendo manifestaciones públicas de colonos, asociados a organizaciones civiles, patronales, campesinas, magisteriales o estudiantiles. Habrá quienes hayan aprobado el uso desmedido de la fuerza, otros se habrán indignado ante la desproporción de la fuerza empleada.

El resultado del empleo sistemático de la represión en nuestro país ha dado como resultado, por una parte, acallar las voces que se han elevado en los distintos tiempos y ámbitos sociales como expresión de las demandas legítimas de los ciudadanos; por otro lado, unos gobernantes que ya no cuentan con las voces que les adviertan de las necesidades más urgentes que deben atender en orden al bien de la colectividad; un tercer resultado es que las gentes ya no quieran escuchar a los que los han reprimido y ni a quienes se han callado cuando debían defender sus intereses. Han acallado las expresiones espontáneas del clamor popular y ahora viven gobernando para sus intereses particulares, sordos y ciegos a la realidad social.

Ante situaciones de emergencia nacional, regional e internacional como el efecto de las tormentas tropicales, la pandemia y el cambio climático no les queda más que reaccionar; pero si estas no tuvieran un impacto tan contundente, las ignorarían con su visión tan corta de futuro, porque les ciega la codicia y afán de aprovecharse del poder.

Escuchar al pueblo, no solo a quienes se expresan en las calles, sino también a quienes tienen los recursos para acceder a las vías legales para dar a conocer sus necesidades, es esencial para todo Gobierno que desee legar un futuro mejor a los ciudadanos. De ahí que sea necesario preguntarse con qué intereses o intenciones se escucha o se niega escuchar el clamor de las gentes.

En este sentido, el papa Francisco y los obispos de América Latina y del Caribe han abierto un diálogo para escuchar a quienes recorremos juntos los caminos de esta amplia región de nuestro continente. Se han propuesto ejes temáticos, con los cuales se marca una guía para facilitar la comunicación de pensamientos, vivencias y expectativas de todas las naciones latinoamericanas y del Caribe. El diálogo está abierto no solo para los fieles cristianos, sino también a toda persona de buena voluntad que desee participar, sin exclusión de ningún tipo.

Este proceso de escucha es parte de la preparación de la Primera Asamblea Eclesial de Latinoamérica y del Caribe que tendrá lugar simultáneamente de manera presencial y virtual en distintos lugares del continente del 21 al 28 de noviembre, con sede principal el Santuario de Guadalupe en la CDMX.

Se trata de escuchar las mociones del Espíritu Santo que habla en y a través de todos los cristianos del continente, para que, ante los desafíos presentes y futuros, podamos reavivar nuestro compromiso de discípulos misioneros, y así tengamos vida en Jesucristo, encontrando en Él la alegría, la paz y la esperanza que no defraudan. La Iglesia de América Latina y del Caribe vislumbra en el horizonte el jubileo guadalupano y de la redención a celebrarse del año 2031 al 2033.