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El reino misquito

  • 08 abril 2024 /

La Mosquitia, situada en la región oriental de Honduras y atravesando la frontera con Nicaragua, es una luz de biodiversidad y vida. Esta región es incomparable, inaudita y portentosa, pues es el hogar de los tapires, pumas, jaguares y guacamayas que solo se encuentran en nuestro pequeño rincón del mundo. Nunca tuve la dicha de visitar esta maravillosa joya, pero la idea de visitarla se alberga en mi corazón, ya que es el bosque tropical contiguo más grande de las Américas después del Amazonas.

Pues lo espeluznante es que somos nosotros, los pueblos de Honduras y Nicaragua, quienes cargamos la responsabilidad de defender y desarrollar este maravilloso ecosistema para el bien de toda la humanidad. La Mosquitia y sus pueblos indígenas son la definición de la resiliencia, pues sobrevivieron a la colonización española, la división de su integridad territorial en el avenimiento de la República Federal de Centroamérica, y la voracidad del capitalismo del siglo XX.

La primera incursión foránea en tierra misquita fue liderada por Hernán Cortés en 1525, pero su intención de colonizar el territorio fue en vano gracias a su selva abrumadora y su férreo clima. No obstante, fue al final del siglo XVI que la mayoría de las tribus de la región se unieron bajo una sola bandera, el resultado de la nueva amenaza española que poco a poco acorralaba al pueblo misquito.

Esta entidad sería reconocida como la nación misquita por el gobierno de Carlos II del Reino Unido (1630-1685), pues era conveniente para la corona británica establecer un nuevo aliado dentro de la esfera de influencia española en la región centroamericana luego de que Carlos II entrara en alianza con el “Rey Músico” Juan IV de Portugal cuando se desencadenó la guerra de restauración portuguesa – una confrontación entre Portugal y España que se desató con la revolución portuguesa de 1640 contra la Unión Ibérica. Eventualmente, Alfonso VI de Portugal y Carlos II de España firmarían al armisticio en 1668, otorgándole la independencia a Portugal y demostrando la brillantez de la política foránea del Reino Unido, pero aún más importante para nuestro tema, los británicos asegurarían la sobrevivencia del reino misquito hasta 1894, cuando las repúblicas de Honduras y Nicaragua terminaron de imponer su soberanía sobre el territorio.

La resiliencia de los misquitos y sus líderes no es nada más y nada menos que extraordinaria. Fue el rey Oldman, nacido alrededor de 1625, quien estableció relaciones con el gobierno británico en 1655. Su hijo – Jeremy I – heredaría su título de su majestad entre 1686 y 1687, el mismo cual sería heredado por su propio hijo – Jeremy II – en 1718. Según los mejores datos que tenemos de esta región durante este tiempo, fue Jeremy I o Jeremy II quien fue el último rey misquito de ascendencia completamente indígena, pues sus rasgos y los rasgos de sus hijas son descritos por los exploradores de la época con características que incluían cabellos negros y sedosos, con una tez de nuez moscada y con un habla carente de influencia foránea. Los reyes reconocidos como sus descendientes fueron, con cada generación que pasaba, de una mezcla racial entre misquitos y misquitos zambos. Es ampliamente reconocido que los zambos – una población negra oriunda de África – llegaron a las costas misquitas entre 1639 y 1659 luego de que un grupo de esclavos se rebelara contra sus captores, causando el naufragio del bote que los transportaba y por ende viéndose forzados a nadar hacia tierra firme.

Esto no es muy sorprendente, ya que la costa misquita era frecuentada a menudo por embarcaciones del comercio transatlántico de esclavos. Ahí, los africanos se mezclarían con los misquitos, dando lugar a la emergencia de los mizquito zambos, un grupo etnoracial que hoy es asimilado como el grupo indígena de la región.

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