26/04/2024
12:56 AM

Dos categorías de personas

Salomón Melgares Jr.

En una de mis lecturas recientes, un autor resaltaba las comparaciones que Jesús empleó con el fin de instruir a sus discípulos. Algunas de ellas las encontramos en Mateo 7: la puerta ancha y el camino espacioso y la puerta estrecha y el camino angosto (vv. 13-14); profetas mentirosos y profetas sinceros y árboles malos y árboles buenos (vv. 15-20); discípulos falsos y discípulos auténticos (vv. 21-23), y personas insensatas (o irreflexivas) y personas prudentes (vv. 24-27). Citando a Craig Blomberg, reconocido erudito del Nuevo Testamento, el autor escribía que al final solo hay dos categorías de personas en el mundo según Jesús, pese a las múltiples escalas que, de una u otra forma, podríamos percibir.

A primera vista, los contrastes que Jesús presenta podrían parecer decisiones de sentido común. No mucha gente elegiría voluntariamente ser mentirosa, mala, falsa o insensata. Sin embargo, en la explicación del contraste final, Jesús proporciona una imagen general clara de por qué algunos pueden ser insensatos y otros prudentes (o sabios). “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a [una persona] prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a [una persona insensata], que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (vv. 24-27).

En conclusión: los que son verdaderos y prudentes son los que escuchan y ponen en práctica las enseñanzas que Jesús aleccionó y que, incluso, se maravillan con ello. “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (vv. 28-29). ¿Qué de usted, entonces, querido lector?