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Calidad humana

  • 01 mayo 2022 /

Recuerdo eran pasadas las 10 de la mañana ese día cuando recibí la llamada telefónica de mi hija, que se encontraba de vacaciones en New York. Escuché su voz pausada, aunque trémula. Como quien no quiere me estaba informando de que iba en un Uber a un hospital cercano porque se había doblado el tobillo derecho y tenía la certeza de que se había fracturado. Me envió una foto mientras iba en el taxi y sí, no había duda, estaba fracturada. Peor aun me informó que el pie se le movía de un lado a otro sin poder controlarlo. Estaba sola en esa ciudad de 8.5 millones de habitantes. Es increíble cómo la cotidianidad se puede fragmentar en mil pedazos en un segundo.

El diagnóstico se confirmó en el hospital y lo que me temía también, la fractura era compleja, quirúrgica. En ese momento, en mi condición de su padre, olvidando la de médico, le pedí a Dios únicamente que en esa orbe de hierro la pusiera en manos de un médico ante todo humano, alguien que, además de curar, confortara y fuera compasivo, una buena persona.

Ese sentimiento me dejó una inquietud y me motivó a hacer una encuesta entre 50 de mis pacientes sobre cuáles eran en orden de importancia las características que buscan en un médico. Los resultados fueron: humanismo, experiencia y ética. Calidad humana y capacidad es lo que buscan.

A veces los que ejercemos esta profesión olvidamos que “elegimos servir, y a hacerlo con generosidad”. Cuando nos sentamos del otro lado del escritorio erigimos una barrera. Olvidamos que enfrente tenemos a alguien que está preocupado y su corazón afligido, que necesita apoyo emocional. Detrás de ese escritorio nos erigimos como estatuas, erguidos, fríos, distantes, impersonales. No nos interesan las circunstancias de los pacientes, únicamente su patología, porque ese es el artículo de cambio. Salud por dinero. La profesión humana por excelencia dejó de serlo.

Son los tiempos que vivimos. Las personas cada día más desensibilizadas, con conductas irreverentes, violentas y el corazón endurecido. Este ya no es un planeta amigable, es un caos.

Mi hija ya está de regreso, fue operada con éxito allá y solo queda el recuerdo de un desafortunado accidente.

Dios no le falló, fue atendida por un médico prestigioso cuya filosofía según consta en su folleto de presentación dice: “ ... trato a mis pacientes como trataría a mi familia”, y así lo hizo. Mi agradecimiento eterno para él.

¿Coincidencia? Yo prefiero pensar que algo muy poderoso estuvo a su lado.