28/04/2024
02:25 AM

Artificialidad

Elisa M. Pineda

Para quienes hemos podido experimentar a través de la literatura y el cine, con el correr de los años, cómo el ser humano ha visualizado su propia capacidad de crear inteligencia a través de la tecnología, es verdaderamente un regalo vivir la experiencia actual.

La inteligencia artificial forma parte de nuestro día a día, en múltiples aspectos, y los avances que esto significa ya se perciben como muy sorprendentes.

La inteligencia artificial puede abrir puertas a un mayor desarrollo científico y ayudar a la humanidad a buscar soluciones más rápidas a grandes problemas que nos han inquietado; en ese sentido, utilizada con sabiduría, puede ser un valioso instrumento para el desarrollo sostenible.

No obstante, el momento que vivimos en el mundo parece de embriaguez con los grandes avances que suceden con una enorme rapidez, al grado de la banalización de recursos que en realidad encierran una complejidad muchísimo mayor.

No podemos soslayar las enormes ventajas que nos presenta la inteligencia artificial, como tampoco debemos subestimar los efectos inmediatos que ya podemos experimentar y que no siempre son los que deseamos.

En sociedades como la nuestra, en la que la investigación científica y el análisis profesional son poco apoyados, el riesgo radica en que se recurra a la inteligencia artificial no para enriquecer y complementar los aportes del ser humano, sino para sustituirle.

En ese sentido, nos enfrentamos al riesgo de que no exista la orientación suficiente a los estudiantes -de todos los niveles educativos- y de los jóvenes profesionales, que muchas veces “delegan” el desarrollo de su propio criterio a la artificialidad.

La dependencia de recursos digitales y, en consecuencia, de la conectividad a internet es evidente en las generaciones más productivas y se convierte en un elemento más de desigualdad social.

En Honduras, de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares 2023, del Instituto Nacional de Estadística (INE), 4.7 millones de usuarios se conectan a internet; tomando en cuenta que la población hondureña es de 9.7 millones de personas, casi la mitad tiene acceso a la red.

Además, de acuerdo con la misma encuesta, el uso más frecuente después de la comunicación, es el entretenimiento.

Esto indica que aún hay una enorme brecha digital y de manera especial, una gran oportunidad por orientar y educar a la población, especialmente a docentes y alumnos, los primeros para actualizar sus recursos pedagógicos y los segundos, para ser más conscientes de su propio desarrollo.

Hemos pasado de la preocupación por la generación del “copy and paste” por una que requiere más atención, la que sustituye su propia capacidad de pensamiento.

Reconozcámoslo: La cocreación, que es válida, no es la generalidad. Lo que tenemos hoy por hoy es un verdadero desafío de múltiples artistas.

En un mundo de inteligencia artificial, aún debemos resolver asuntos desde la pizarra y la tiza. Y para los que de alguna manera son privilegiados en utilizarla, el desafío es utilizarla sabiamente y no desplazarse a sí mismos.

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