26/04/2024
02:54 PM

No perdona a su padre

Monseñor Emiliani, odio a mi padre. No lo puedo perdonar. Siempre ha sido autosuficiente, altanero, grosero, patán. Desde que era niño me agredía verbalmente y algunas veces físicamente. Solamente estaba yo tranquilo cuando se iba a su finca y se quedaba cinco días o más. Era el terror de todos cuando se enfadaba, más si estaba con tragos. A mi madre la trataba como una empleada doméstica. Públicamente la insultaba si algo salía mal, según él. Mi mamá siempre aguantando sus groserías. A la finca siempre iba armado y más de una vez se enfrentó a tiros con vecinos y con ladrones de ganado. Una vez fue herido en una pierna y estuvo en el hospital casi un mes, ya que se le complicó todo porque es diabético. Esa vez, durante todos esos días, estuvimos felices en casa mi mamá y mis tres hermanos.

Ya han pasado muchos años y lo veo viejo y cansado, pero siempre malhumorado. Prefiere quedarse en su finca y viene a la ciudad de vez en cuando. Casi no nos hablamos. Yo ya soy profesional, profesor de ciencias en un colegio.

Mis otros hermanos lo tratan mejor y así han podido sacarle dinero para sus estudios y gastos personales. Él casi no habla, solo cuando va a dar órdenes y quiere algo. Para mí es un hombre amargado. Ciertamente ha sido muy trabajador y nos alimentó y educó a todos. Pero yo no lo soporto cuando lo veo. No le digo nada, pero él sabe que no me siento cómodo cerca de él. Esto a mí me ha afectado mucho. Quisiera pedirle al Señor me cure, pero cuando pienso en Dios, lo veo como un ser divino justiciero, castigador, indiferente a mi sufrimiento, y lo que le pido es que se lo lleve y lo castigue eternamente. Yo mismo tengo mal carácter y en ocasiones he tenido problemas con mis autoridades en la docencia y hasta con policías por asuntos de tránsito, aún teniendo razón ellos y proyecto en estas personas el resentimiento que tengo con mi padre.

Estimado profesor

Vive usted un infierno por almacenar un depósito de malos recuerdos, dolor agudo, enojos, amarguras y casi todo enfocado en su padre. Es como si fueran aguas negras salidas de cloacas y guardadas en un pozo abierto. Su papá está enfermo emocionalmente y le ha transmitido a usted el virus de la inconformidad y rabia. El tormento que produce el odio que siente a su padre lo va aniquilando emocionalmente, basado todo esto en sus recuerdos negativos, que al volver le hacen revivir todo lo que pasó y que afectó a su persona. En el fondo, usted está haciendo que su papá, el que lo hizo sufrir desde niño hasta la juventud, esté vivo dentro de usted y lo siga torturando. Ya él está viejo y cansado, como dice usted, pero en la conciencia suya él está joven, lleno de vigor, y lo sigue haciendo sufrir a usted como el primer día. Usted sigue siendo el niño atormentado por su papá. Usted no suelta su pasado.

Su enfermedad emocional se llama resentimiento y es un cáncer del alma que lo lleva al odio. Este sentimiento tan negativo desea la destrucción de la persona odiada, cosa que convierte al que odia en un asesino según Jesús. Por otro lado el que odia se va enfermando en la mente y en el cuerpo, consumiéndose lentamente en sus iras y pesares. Además usted está proyectando en personas que tienen alguna autoridad el resentimiento a su padre, ya que él fue una autoridad déspota para usted. Usted se está vengando de su papá teniendo conflictos con diferentes tipos de autoridades. Y lo que es peor, confunde a Dios con la imagen opresora de su padre y entonces nada más lo ve como un Dios justiciero, que castiga sin piedad, que impone terror, que se hace respetar con amenazas y aplica desgracias. Ese no es el Dios verdadero.

En fin, tiene que purificar su mente de todo lo negativo que usted trae sobre lo que es autoridad. Dios es un padre bueno, no justiciero, ni vengativo, sino infinitamente misericordioso y compasivo, generoso y paciente. Si Él lo perdona a usted, por amor a Dios, a su papá y a usted mismo, tiene que perdonar. Hágalo por usted. Perdone. Abra el compartimento para que salga esa agua podrida del resentimiento que todo lo contamina. Sane su alma, libérese de esa opresión de las tinieblas. Y trate a su papá como un anciano que necesita amor, comprensión, compañía.

Vaya a la finca y quédese con él lo que pueda y recuerde que con Dios somos invencibles.