En septiembre el patriotismo estuvo a flor de piel y se manifestó como pocas veces lo hemos visto durante la celebración de las fiestas patrias que se realizaron a lo largo y ancho de nuestro país, los niños, jóvenes, adultos mayores, hombres y mujeres de diferentes estratos sociales vivieron con intensidad las fiestas conmemorativas al cumpleaños de la nación, volcándose a las calles para rendirle tributo a nuestra querida Honduras que demostró una vez que es un país de vocación y convicción demócrata que quiere vivir en paz, tranquilidad y libertad.
Un mensaje que debe quedar claro para aquellos que simpatizan con otras ideologías que buscan dividir a la familia hondureña transmitiendo a diario mensajes de odio, de insubordinación y de irrespeto a las leyes por ende al sistema de gobierno en que hemos vivido por 194 años en el que queremos seguir viviendo los habitantes de estas tierras de Morazán, Cabañas y Valle.
Con el repique de las campanas y misas en la Catedral Metropolitana cerraron con broche de oro estas fiestas cuando se celebró el 437 aniversario de la fundación de la antañona Real de Minas en honor a su patrón y protector, San Miguel Arcángel.
En el ámbito internacional su santidad el papa Francisco nos regaló una semana en la que los católicos estuvimos pendientes de su visita a Cuba y los Estados Unidos, en La Habana estaban ansiosos del arribo de su santidad para verlo y escucharlo en su tierra natal, donde se impuso un sistema de vida que los obligó a emigrar en balsas a otros países incluyendo el nuestro arriesgando su vida y la de sus familiares en busca de mejores condiciones y formas de vida.
En los Estados Unidos los hispanos, que en los últimos años han sido víctima de la discriminación y el racismo, el Papa fue recibido con devoción por el catolicismo y también con admiración por lo que no lo son. Por primera vez un Papa habla ante el Congreso de EUA y en su mensaje reflexionó sobre la condición de emigrantes de aquellos que fundaron y conforman esa nación. Pero sobre todo demostró que la grandeza de los hombres está en su humildad.
