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2014, cifras que matan

  • 29 diciembre 2014 /

El 2014 tampoco fue un buen año para los periodistas. Según Reporteros Sin Fronteras, en este año que finaliza fueron asesinados 66 periodistas en todo el mundo. Para el Comité de Protección de Periodistas de NY, la cifra es algo menor: 58, lo que no cambia el panorama. Las estadísticas de esta organización además marca un total de 724 periodistas asesinados desde 1992. La Sociedad Interamericana de Prensa, en tanto, informó que los periodistas asesinados en 2014 en el continente americano fueron 18, y suman 465 los asesinados y desaparecidos desde 1987 a la fecha.

Hoy más cifras no menos desgraciadas: el Comité informó que los periodistas que fueron a la cárcel en el 2014 fueron 220. De estos, 44 periodistas fueron presos en China, un país al que por sus éxitos económicos, muchos gustan poner como ejemplo para occidente sin reparar en temas como el de la inexistencia de libertades o detalles como lo que le pagan a sus trabajadores y el régimen laboral imperante. Reporteros, por su lado, consigna que en el año hubo 119 secuestros de periodistas, que 178 fueron encarcelados, 853 detenidos, 1846 amenazados y agredidos y 139 debieron exiliarse. Entre los amenazados y agredidos, la mayoría lo fueron en la democracia, según la OEA, Unasur y Celac, de Venezuela.

Decía Lucio Anneo Séneca, en el Libro de la Pobreza (Los 7 libros), que en el cuerpo del hombre “…hay corta materia para robos; pues nadie, o por lo menos pocos derraman la sangre humana por solo derramarla”. Dos mil años después quizá Séneca llegaría a comprobar que esos “pocos”, esos enfermos que derraman la sangre humana por solo derramarla, son unos cuantos más.

Ahora, en el caso de los periodistas, los que en su casi totalidad tienen muy poco para robarles, ¿por qué se les asesina?, ¿por qué se derrama su sangre? Es que tienen o hacen algo, sin una cotización material; pero que vale más que cualquier otra cosa, aunque muchos no se den cuenta ni lo valoren, y es que se manejan con el mejor instrumento que garantiza las libertades: ejercen continuamente el derecho a buscar información y a informar, y ayudan a los ciudadanos a ejercer su derecho de acceso a la información y a ser informados de todo lo que ocurre.

Y como decíamos, son muchos los enfermos -las mafias, el crimen organizado, los fanáticos religiosos, los racistas, los gobiernos autoritarios de distintos signos (fascistas, totalitarios, populistas y arbitrarios), los dictadores y los tiranos- que no quieren que la gente pueda expresarse, opinar e informar con libertad ni que los ciudadanos sepan todo lo que pasa.

Por eso matan a los periodistas. Incurren en un deleznable y múltiple crimen por el cual quitan la vida a un ser humano, le impiden que se exprese con libertad e informe lo que sabe y le impiden al resto de sus ciudadanos que se enteren de lo aquel periodista quería informarles. Ya de paso tratan de meter miedo a los colegas y así lograr un estatuto de impunidad.

El asunto es que la gente no se entere de nada, que solo oiga la campana oficial, y crean que los mendrugos que le arrojan es “justicia social”. Y frente a este estado de manipulación, no hay nada más impertinente que un periodista que no se vende ni se intimida y escarba, investiga e informa. Por eso molestan tanto los periodistas y su profesión se hace tan riesgosa.