El tema de la semana anterior fue la posibilidad de reelección del Presidente de la República, o sea que cualquier expresidente pueda volver a ocupar el cargo en forma temporal o indefinida. La propuesta ya fue presentada a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia por un grupo de diputados del Partido Nacional. Parece que aquel mensaje del presidente Hernández de que el PN gobernará en los próximos 50 años va en camino, a pesar de que éste ganó las últimas elecciones con solo el 34% de votos. Según fuentes oficiosas, Juan Orlando se ha reunido con el expresidente Manuel Zelaya Rosales, a quien se le quema la miel por volver a gobernar. Así que el PN y el partido Libre estarían de acuerdo en reformar los llamados artículos pétreos de la Carta Fundamental, que prohíben tal posibilidad.
Irónica es la postura de los nacionalistas, pues lo que en el 2009 era malo -cuando sacaron a Zelaya del poder- ahora es bueno. A Mel no le importa que en 2009 le impidieran la colocación de una cuarta urna en las elecciones generales para convocar a una asamblea nacional constituyente, la que a la postre eliminaría los artículos pétreos para permitir la reelección en el Poder Ejecutivo. La petición no contempla una segunda ronda si el candidato no logra el 50% más uno de los votos. Casi solo en Honduras ocurre que el gusanito del poder embriaga a quienes lo han disfrutado. Hubo un rico y obstinado candidato que participó tres o cuatro veces en los comicios generales y nunca ganó. Al final se retiró. En los Estados Unidos el candidato presidencial que pierde se aleja de esa pretensión política y usualmente no vuelve a saberse nada de él. En Iberoamérica, se han dado casos en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. La sorpresiva petición del PN busca que cinco magistrados de la Corte decidan por ocho millones de hondureños y eso es una tomadura de pelos.
