Me resisto a creer que no hay nada que celebrar, me resisto a unirme a los que todo lo ven negro y los días nunca pintan un sol, me siento orgulloso de ser hondureño y feliz de celebrar este bicentenario, y esta colección histórica con que La Prensa ha celebrado los 200 años es para mí uno de los mejores regalos que he recibido y degustado. Entender el pasado para comprender el presente es fundamental para poder sopesar nuestra realidad, retos y futuro. Esta memorable colección nos conjuga de manera magistral la política, la economía, la educación y la religión, es una ayuda imprescindible que todo hondureño debe leer para aumentar su acervo cultural, para fortalecer su orgullo patrio y para tener presente el legado de nuestros próceres.
Así como también a valorar lo que ahora disponemos como país para poder avanzar hacia el futuro, conservando todo ese legado histórico de nuestros forjadores y cuidando que no perdamos esas grandes conquistas, que se dieron a precio de sangre y de dolor. Todos podemos recibir luz a través de la historia de nuestro país, pero es necesario conocerla para valorarla y es imprescindible analizarla para no volver a cometer los mismos errores. Creo que cuando vemos los hechos que marcaron nuestra historia podemos deshacer mitos, crear conciencia ciudadana y tomar fuerzas para rescatar todo lo grande que nos legaron Morazán, Valle, Cabañas y todos los hondureños cuyos nombres están escritos en letras de oro en la historia nacional. La evolución del Estado de Honduras, el avance en las telecomunicaciones, los inicios de la educación y el papel de la religión en nuestra historia patria nos tiene que llevar a ponderar las contribuciones que todas estas áreas del quehacer humano han tenido en nuestro país, en cómo, para más bien que mal, estas han contribuido a forjar una conciencia ciudadana y una identidad nacional. Para mí es muy significativo y motivo de orgullo saber que nuestros próceres fueron hombres ilustres, hondureños de gran talla, los que, como han expresado algunos intelectuales en el mundo, no son más conocidos y más famosos que otros de otras latitudes solo porque el escenario en que se desenvolvieron era más pequeño. Hace 200 años tuvimos hondureños que hablaban varios idiomas, que entretejieron amistades con las mentes cultas y brillantes de la época y supieron interpretar los signos de cambio en el mundo para canalizarlos hacia nuestra Honduras, tan amada.