Fue emocionante observar el fervor con el que los aficionados hondureños entonaron el Himno Nacional en los recientes partidos de fútbol de la Selección Nacional en Estados Unidos.
No solamente impresiona el sentimiento, sino la cantidad de personas que fue posible apreciar a través de la televisión.
Ese mismo amor de las comunidades hondureñas en el exterior se observó durante el paso de Eta y Iota por territorio nacional, que se tradujo en una cascada de acciones solidarias para los afectados en esta tierra.
De vez en cuando uno puede palpar en imágenes y recuerdos cercanos como estos lo que sucede, por ejemplo, en la economía del país con el envío de remesas.
Las remesas del exterior representan aproximadamente el 20% del producto interno bruto (PIB), según publicaciones recientes.
Solamente en los primeros cinco meses del año, Diario La Prensa daba a conocer que este año las remesas crecieron un 45%, según informes del Banco Central de Honduras (BCH).
En lo social, tanto como en lo económico, la influencia de las comunidades hondureñas en el exterior es muy fuerte en el país, motivo por el que su atención debería estar presente en las propuestas de gobierno de los candidatos a la Presidencia.
Se trata de tomar en cuenta inquietudes, necesidades e intereses de la diáspora de Honduras en el exterior, por el importante papel que juega en el presente del país y que sin duda lo tendrá en el futuro.
La Honduras que se encuentra allá, principalmente en Estados Unidos, España, Canadá y México, así como en otros países de América Latina y de Europa, influye grandemente a través de los vínculos familiares tanto en sus perspectivas de pensamiento y en sus decisiones más relevantes.
La diáspora hondureña en el exterior tiene distintos perfiles, de acuerdo con la época de emigración y sus motivaciones para hacerlo. Sus necesidades y arraigo con Honduras pueden variar de acuerdo con sus experiencias. En síntesis, es tan diversa como la Honduras de aquí.
Mantener los vínculos con el país, con su cultura y su gente, cultivar el sentido de hondureñidad en las próximas generaciones debería ser una de las líneas de acción a considerar con más contundencia a través de la red de embajadas y consulados de Honduras.
Tanto fuera de las fronteras nacionales como dentro de ellas es indispensable fortalecer el sentido de pertenencia, fundamental para la cohesión social, es decir, de aquello que nos hace sentirnos parte de una nación y querer seguir siéndolo.
La inversión en programas y proyectos destinados a la atención de nuestras comunidades en el exterior, con las particularidades de cada una, debe ser tomada en cuenta con la importancia del caso.
Más allá de la atención al hondureño migrante y al migrante retornado, que son de enorme relevancia para el país, se trata también de fortalecer los vínculos con aquellos que desde hace tiempo se encuentran fuera de Honduras.
Los desafíos del país son enormes, en todos los ámbitos. Este es uno más de ellos, que no debe dejarse de lado. Los hondureños de aquí y de allá requerimos transparencia administrativa, agilidad de servicios y atención puntual a asuntos urgentes, como la base de la que debemos partir; pero también necesitamos fortalecer la autoestima nacional. Ojalá vengan tiempos mejores.
