25/04/2024
12:40 AM

¿El Mesías judío?

El pasado 28 de marzo, Gaón Shlomo Yéhouda Bééri, un joven rabino muy respetado por la comunidad judía ortodoxa jasídica, se acercó al “muro de las lamentaciones” en Jerusalén para iniciar la cuenta de Omer, los 49 días entre la fiesta de Pésaj (la Pascua judía) y Shavuot (Pentecostés).

El pasado 28 de marzo, Gaón Shlomo Yéhouda Bééri, un joven rabino muy respetado por la comunidad judía ortodoxa jasídica, se acercó al “muro de las lamentaciones” en Jerusalén para iniciar la cuenta de Omer, los 49 días entre la fiesta de Pésaj (la Pascua judía) y Shavuot (Pentecostés).

Al llegar, muchos se agolparon para mostrarle gestos de admiración, respeto, tomarle fotografías y videos. Este suceso fue aprovechado por un canal de YouTube canadiense de tinte mesiánico para lanzar la falsa noticia (que se volvió viral) de que el judaísmo ortodoxo había coronado o proclamado al Mesías, algo que es completamente falso, en primer lugar porque es una manipulación de lo que realmente ocurrió, y en segundo porque, según la creencia judía, para que su “Mesías” venga tienen que ocurrir tres cosas: la reconstrucción del templo de Jerusalén, la vuelta de todo judío de la diáspora y el establecimiento de la paz en el mundo. Ahora bien, ¿qué enseña la Iglesia con respecto al final de los tiempos y la segunda venida de Cristo?

El catecismo en su numeral 673 afirma: “Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22:20), aun cuando a nosotros no nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad”… Cuando dice “desde la ascensión” se refiere al tiempo que hemos vivido y estamos viendo, hasta que se produzca la segunda venida de Cristo. Algo que según la doctrina católica es inminente, es decir, inevitable, y que puede suceder en cualquier momento.

Es curioso cómo la Iglesia no intenta ocultar ni camuflar esta verdad, por el contrario, la enseña con toda claridad, algo que contradice a sus detractores, quienes la acusan falsamente de ser una institución conspirativa que quiere evitar a toda costa que se sepa cuándo será el fin de los tiempos. Pero lo que no podemos obviar es un detalle importante que el catecismo nos recuerda, “no nos toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre para que este acontecimiento ocurra”.


Vivimos bombardeados por interpretaciones y profecías, todas tratando de vaticinar el momento y la hora en que el mismo Jesucristo afirmó que “ni el Hijo conoce, solo el Padre” (Mc 13:32). Aun así, la Sagrada Escritura anuncia ciertos acontecimientos que precederán al final de los tiempos. Estos signos que anunciarán la segunda venida del Señor son explicados también en el Catecismo de la Iglesia, el cual los invito a leer y estudiar con detenimiento.

Estos signos serán: la conversión del pueblo judío (CCE # 674), la última prueba de la Iglesia (CCE # 675), la gran apostasía de la fe (CCE # 675) y la llegada del Anticristo (CCE # 675-676). Como vemos, la primera de estas señales habla del pueblo hebreo, pues la segunda venida del Señor está vinculada al reconocimiento de Cristo, no de ningún otro, como el Mesías por todo Israel, como San Pablo afirma: “Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos. (Rm 11:5). Ahora bien, recordemos que estos eventos no tienen el objetivo de servir como medios adivinatorios para señalar el día y la hora, sino que son una última advertencia de la divina misericordia para que la humanidad, y más aún aquellos que crean en Cristo, se preparen para la prueba final. “Estén siempre preparados y mantengan las lámparas encendidas” (LC 12:35).