Las “listas negras” que relacionan la función del periodismo con los gobiernos de turno ha sido un fenómeno endémico y anacrónico a través de décadas e igual denunciado en muchas ocasiones y todo pasa sin que pase nada.
El corruptor (el gobierno) sabe la frase tradicional: “Controla a la prensa y controlas al pueblo”.
Debido a que la gente cree en lo que dicen los periodistas y además se entiende que son la voz que los representan.
Nos referimos especialmente a los llamados “periodistas tarifados”, es decir, que reciben dinero de cualquier dependencia estatal, empezando por los tres poderes del Estado.
Contratos millonarios hasta bajas tarifas dependiendo al medio que representen y el cargo que tienen. Es lamentable que siendo una minoría estos “amigos del presidente” en especial, afecten la imagen de todo el gremio periodístico hondureño.
Sabemos que es permitida la venta de publicidad, pues está dentro de los servicios que prestan los periodistas. Pero la corrupción está cuando se comprometen a no denunciar las acciones ilícitas y servir de relaciones públicas estatales.
Periodistas que se han convertido en empresarios de medios de comunicación a través de los millonarios sobornos de cualquier tipo por parte de los corruptores gubernamentales que les dan órdenes sobre qué pueden decir y qué deben callar.
Estos casos de “periodistas tarifados” se han dado y se dan más en Tegucigalpa por ser la capital política y donde muchos de estos periodistas hombres y mujeres, forman parte del grupo del chat en el Whatsapp presidencial.
Desde las aulas universitarias se aclara que la función del periodismo es un apostolado al servicio de la verdad y que debe ser intachable. Pero que siempre hay “periodistas tarifados” al servicio gubernamental en un país llamado Honduras.
