25/04/2024
12:09 PM

Te van a llevar los rusos

Roger Martínez

Hace algunas décadas, cuando existía aún la Unión Soviética, si alguien manifestaba un pensamiento que se consideraba brillante o sobresaliente, en tono irónico se decía que se lo iban a llevar los rusos. Se partía de la creencia de que el Gobierno soviético, monopolizado casi siempre por Rusia, acostumbraba a reclutar personas intelectualmente bien dotadas para incorporarlas a sus cuadros de investigadores y científicos con el fin de llevar la delantera en el desarrollo académico mundial. Que aquello fuera cierto, nunca tuve evidencia.

De lo que sí tengo, y me preocupa un montón, como ya lo dije hace algunos meses, es de la cantidad de gente joven, con formación universitaria, con notables cualidades humanas e intelectuales que o se fue a realizar estudios fuera y no piensa en regresar o anda buscando la manera de largarse en busca de nuevos y mejores horizontes. Caí, de nuevo, en cuenta de esta, para mí dramática, trágica, realidad en los días de Navidad y Año Nuevo, cuando me encontré enviando saludos y haciendo llamadas de felicitación a Malta, Canadá, Argentina, Taiwán, España y Estados Unidos a amigos de todas las edades que, desde hace años o recientemente, han decidido radicarse lejos de estas tierras, criar ahí a sus hijos y aportar su trabajo y sus conocimientos a otras naciones.

Y pienso que esta situación es verdaderamente dramática, trágica, porque son hombres y mujeres que tienen mucho que dar y que, debido a circunstancias que duele describir, han optado o, triste decirlo, se han visto obligados a marcharse. Mi gran preocupación es que esa gente habría colaborado con la solución de muchos de los problemas que como sociedad enfrentamos, que son gente honrada y trabajadora, con calidad humana, con recursos intelectuales que nos beneficiarían a todos, pero que no consideran viable desarrollarse en Honduras.

Piensan, porque me lo han dicho, que aquí no hay condiciones para vivir con tranquilidad, para llevar un nivel de vida digno, para envejecer sin sobresaltos. Lo de la fuga de cerebros, pues, no es un invento de los alarmistas ni de los pesimistas, que nunca faltan.

Todos sabemos que el recurso más valioso de un país es su gente, que somos las personas las que, con nuestros aportes, hacemos de él un lugar atractivo para vivir y desarrollarse profesionalmente y que, si los mejores deciden abandonarlo, el camino será mucho más arduo para los que nos quedamos. A ver cuándo reaccionamos y paramos esta sangría que ya nos está pasando factura.