26/04/2024
08:07 AM

15 años para construir el arca, sino menos

El valle de Sula debe convertirse en una obra de ingeniería moderna.

Arturo Nolasco

Fifí, Mitch y ETA, cada uno en su época se encargaron de ebullirnos en el fango hasta lo más profundo y doloroso inimaginable, pero solo nos pusieron de rodillas porque siempre nos levantamos; solos, pero lo hacemos.

ETA a 22 años del Mitch y el Mitch a 24 años del Fifí. Está claro que el cambio climático trata de saldar deudas con la humanidad y cada vez con mayor desesperación, así que el próximo golpe bajo no será dentro 22 ni 24, sino dentro de 18 ó 20; esto, obviamente si no ponemos atención y actuamos responsablemente durante los próximos 15 años siguiendo atentamente el camino trazado por estos tres fenómenos naturales y la agresividad que estoy seguro será feroz cada vez más, pero bien, aún podemos estar a salvo.

El valle de Sula es como una barcaza, con la diferencia que ésta navega sobre aguas subterráneas y en medio de dos cordilleras que drenan sus descargas por una multitud de ramales, algunos visibles y otros imperceptibles, estas más toda el agua que el Occidente del país le entrega a “la ciudad del adelantado”.

Cuando leo o escucho decir: “país en vías de desarrollo”, siento tanta tristeza porque no es real, solo se trata de una muletilla que adorna nuestros permanentes SOS ante la comunidad internacional, ¡sí! realmente somos un país en crecimiento poblacional, todo es en detrimento.

En la zona Norte y su núcleo económico más fuerte hay 13 alcaldes, incluyendo El Progreso en el departamento de Yoro, administrando los recursos de esta metrópolis y donde el 50% de ellos gobiernan un promedio de 8 a 12 años.

En los últimos días, por supuesto ante la desesperación e impotencia, he visto una estéril batalla de miles de hondureños contra políticos por la tardía toma de decisiones ante la llegada de ETA, pero concluyo que no se puede pedir hoy lo que nunca dieron desde duro golpe que le dio a Honduras el Huracán Fifí en 1974 y hasta la tormenta tropical ETA de este 2020.

Un plan de acción

Llegó el momento de entregarle la mesa de trabajo a los arquitectos e ingenieros, a los geólogos, a los hídricos, y todo aquel profesional que pueda diseñar verdaderas ciudades inteligentes, a prueba de cualquier golpe que la naturaleza prepare nuevamente.

Los hondureños tenemos cinco meses para elegir a los profesionales idóneos en la carrera contra reloj por salvar vidas en un futuro próximo y soy un convencido que vamos camino a la tragedia si seguimos dejando nuestro futuro en manos de personajes y no de personas capacitadas para volvernos prósperos y vanguardistas.

Por ahora sería prematuro establecer cuánta cantidad de agua corrió por el valle y cuánta está estancada en Pimienta, Potrerillos, Villanueva, La Lima y El Progreso, pero sí debe darle un estimado a los expertos para que comiencen a estudiar cómo drenar vía estructuras modernas los millones de litros de agua que podrían desaparecer esta permanente ciudad en “vías de desarrollo”.

El valle de Sula debe convertirse en una obra de ingeniería moderna, partiendo siempre del inalterable principio de que toda gran obra se construye en bases sólidas, por ejemplo: desarrollo de un drenaje y canalización de aguas con los mayores estándares de seguridad, tratamientos de aguas negras, evitar la desforestación, ya no más permisos de construcción en zonas de alto riesgo, sistemas de alerta temprana, construcción de lugares para albergar a miles de personas, etc.

Está claro que de ahora en adelante nuestros destinos no deben girar o estar solo en manos de la clase política, pues es preponderante que todas las fuerzas vivas del valle de Sula pasen de la frase “en la unión está la fuerza”, a la ejecución de acciones para reconstruir de forma imperecedera y determinada el motor económico de Honduras.

Ahora pregunto, ¿seremos capaces durante los próximos 15 años, sino menos, de volver habitable y sin riesgo a La Lima, Potrerillos, Pimienta, Villanueva, El Progreso y todas las zonas bajas de San Pedro y el valle de Sula?