La sociedad atribuye lo malo a Dios para hacernos creyentes más fuertes, es como decir que un padre golpeara a su hija para amarla y consolarla, el mal existe separado de Dios. Trágicamente las personas viven sin ningún propósito y sentido de responsabilidad, el vivir con la conciencia que daremos cuenta un día añade una medida de sabiduría. Así que cada pérdida no solo es temporal, sino que se invierte para transformarse en una bendición.
El apóstol Pablo pasó hambrunas, mentiras, palizas, naufragios, oposición, persecución en todas las ciudades, las circunstancias nunca definen la identidad de nadie; la marcha es hacia delante y hacia arriba; hacia el llamado y propósito divino. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. Isaías 57:15. No nos cansemos de hacer el bien, recuerde la ignorancia es temporal, pero la estupidez es para siempre, cada pérdida es temporal, pero las victorias son eternas y en Dios las experimentamos.