26/04/2024
08:11 PM

Vota país

Francisco Gómez Villela

A lo largo de la historia la política ha sido una actividad que se ha caracterizado por la lucha por el poder. A través del populismo los grupos políticos han vendido sus productos como las soluciones ideales para cada país.

La realidad es otra. El poder es el objetivo. Acceder a él y mantenerlo. Los países y los gobernados pasan a un segundo plano una vez alcanzado.

Lo preocupante es que cada vez estas pugnas se han vuelto más encarnizadas, y como en términos culturales las sociedades han retrocedido en sus valores morales, vemos cómo en la política que antaño se caracterizó por reglas de protocolo, y límites de comportamiento, ahora no respeta las formas de decencia. Aunque sus fines nunca han sido cristalinos, vendían una imagen de respetables.

Eso quedó atrás. El político típico ahora es dueño de la verdad y no admite otras, por eso es arrogante. No tiene respeto por sus representados y una vez en el poder revelan su verdadera personalidad sin importarle su investidura. Su interés es su partido siempre y cuando este no amenace su economía o cuota de poder. Gobierna para su grupo político y se olvida de sus comunidades. Ha perdido el miedo a la ley, y no tiene vergüenza. En ningún momento se decanta por el bienestar de la nación, pierden la memoria olvidando a quienes lo llevaron al poder.

Pasa a ser parte de una secta que negocia en la oscuridad el bienestar de su grupo. En tiempos de proselitismo ya no presentan planes, proyectos o soluciones. Se dedican a descalificar, injuriar, incluso a insultar a sus contrincantes. Creen que destruyendo construirán. Ya no hay la retórica elegante de antaño que convencía por sí misma. Ahora la irreverencia y la chabacanada la sustituyeron, y lo peor es que al pueblo le gusta.

Estamos viendo una clase política cada día más deteriorada.

Los medios son su vitrina y la usan como si fueran reality shows. Y el pueblo se rasga las vestiduras y se jalan el pelo en crisis de histerismo por estos políticos que lo único que ofrecen es verborrea barata, pobreza intelectual, ninguna educación y algunos hasta vulgaridad. Critican, vociferan, señalan, ofenden, denigran, pero sus actuaciones son las mismas que juzgan. Tienen doble discurso y amnesia a conveniencia.
Que tu voto sea a favor del país. Hay que escoger sabiamente. Ya no hay espacio para intereses personales. Ya no podemos fallar.