“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”: Eurípides de Salamina.
En el año 1946 se dio un discurso en la ceremonia de graduación en la Universidad de Harvard por el general George Marshall, que se llamó el plan Marshall, el cual se ocupó de la reconstrucción de Europa y sostuvo que la prosperidad no tiene límite fijo. Cuando usted entra al Banco Mundial existe una inscripción que está a la vista y dice: “Nuestro sueño es un mundo sin pobreza”. La gran pregunta es por qué un sueño y no hacerlo realidad.
Fue Quentin Wodon, doctor en Economía, quien introdujo el capital humano como fuente de riqueza de una nación. Las oportunidades siempre buscan a aquellos que persiguen su destino; los problemas de la vida son oportunidades enmascaradas, y es tiempo de cambiar la percepción de la vida. Un día había una mujer con un “flujo de sangre”: Marcos 5:25.
Ella lo había probado todo, no se sanaba y empeoraba su condición. En ese tiempo se veía como una mujer rechazada, marginada y sin esperanza.
En una ocasión, ella se dio cuenta de que Jesucristo llegaba a su ciudad, y dijo: “esta es mi oportunidad”. Hay momentos en que debemos provocar que las cosas sucedan, hay que luchar por lo que se cree. Todo lo que usted pueda imaginar estaba en contra de ella, pero ella persiguió su oportunidad. De igual forma hubo un hombre ciego de nacimiento que su única realidad era el mundo de oscuridad; pero él aprovecho la oportunidad. La gente le decía “Bartimeo, calla”, pero él más fuerte gritaba.
Todo cambia en la vida y los problemas se vuelven oportunidades cuando reconocemos la presencia de Dios. “Amado yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. 3 Juan 2. La salud está en sus manos.
