04/05/2024
11:17 PM

Tan cerca y tan lejos

Sergio Banegas

En décadas recientes, la tecnología ha tenido impresionantes avances, podemos mencionar las llamadas con video, el reconocimiento facial, el uso de huella dactilar como contraseña, la comunicación instantánea, el acceso a internet desde cualquier cueva del globo terráqueo, avances en procedimientos médicos a base de tecnología, medios de transporte, entre otros asuntos que jamás vieron los habitantes de nuestro mundo de principios del siglo pasado.

Cuando todo ello comenzó a surgir pensamos que podíamos dejarlo de lejos y atribuir su uso para aquellos apasionados por lo nuevo, pero a medida de que el ser humano se expone a estas herramientas tecnológicas descubre que prescindir de tales “beneficios” se ha vuelto una necesidad casi imposible de suplantar.

Según estadísticas, el 67% de la población mundial cuenta con un teléfono móvil, esto demuestra el alcance que tiene este pequeño aparato “inteligente”. Y a partir de su creación, ya en este milenio las redes sociales se han convertido en herramientas de comunicación que son parte de nuestra cotidianeidad. Estas redes sociales son usadas para compartir desde lo más banal y superficial, como el plato que se va a degustar, el último grito de la moda, selfis, memes, hasta lo más serio y trascendental, como noticias internacionales, sugerencias de literatura, avances médicos, asesorías jurídicas, entre otros.

Lo que antes requería que la persona se movilizara a un lugar geográfico, hoy el teléfono celular le permite a través de la inteligencia artificial de los algoritmos pedir comida a domicilio, comprar pasajes aéreos, rentar habitaciones en hoteles a distancia, realizar transacciones bancarias sin poner un pie en la agencia financiera, así que en apariencia todo es bueno y no hay nada que reprochar al uso de los avances tecnológicos.

Pero todo ello también ha supuesto que nos acerquemos a los lejanos y nos distanciemos de los cercanos. Las relaciones humanas se han enfriado y vuelto automatizadas en este mundo cibernético; de hecho, es muy probable que los lectores de este escrito lo estén haciendo desde un aparato móvil y no en el tradicional periódico de papel.

Así es nuestro mundo, yendo a la velocidad de la luz en tecnología, pero en carruajes halados por potrillos en las relaciones humanas, tan lejos y tan cerca.