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¡Sacudida!

  • 16 febrero 2020 /

Que se respete el proceso, pero que no haya obstáculos en él, de manera que el camino de la justicia quede plenamente abierto a los hechos que se presenten en los tribunales con las evidencias, las explicaciones y también las responsabilidades propias del cargo que, como recién señalamos, no se estipulan en el ámbito penal. Aunque el delito es siempre delito, el impacto en la sociedad se deduce por el cargo asignado, la confianza depositada y la autoridad entregada a la persona. Por eso se hace alusión al robagallinas al aludir a la debilidad de la justicia y los tribunales.

La institución policial ha sido sacudida en los últimos días con la detención del comisionado general Leonel Sauceda a quien se le acusa de lavado de activos al no poder justificar ingresos financieros reflejados en ahorros e inversiones. Cuando el río suena piedras trae, sin embargo, en estos tiempos de tecnología y redes virtuales de inmediato se disparan los mensajes que generalmente suelen señalar negativamente y hasta condenar antes, incluso, de cualquier acción en los tribunales.

Sin embargo, no hay que cargar toda la responsabilidad contra los usadores y abusadores de los espacios digitales, pues la lentitud de la justicia, así como sus múltiples recovecos y las decisiones legislativas “en amparo” hacen que pierdan credibilidad los operadores judiciales, de manera que todo pasa sin que pase nada o, mejor, pasando por el tamiz de las influencias, de la política o del poder económico.

Es evidente que algo no está claro en la institución policial, pues la documentación personal de todos sus miembros, así como las indagaciones de organismos, como el Tribunal Superior de Cuentas que lleva bien las cuentas de enfermeras, maestros y agentes policiales, debiera haber hecho saltar la alarma, pues aludiendo a la expresión bíblica, “nada hay oculto que no llegue a conocerse”, aunque también es importante que se conozca oportunamente.

Lo que sea, debe sonar, pero habrá que aceptar y respetar la presunción de inocencia y el debido proceso; aunque también ha de considerar la cúpula policial la fragilidad de la institución ante el embate tan generalizado de la delincuencia, en todos sus niveles, en nuestro país.

La inmunidad es una utopía, más para quienes se hallan en la raya de la legalidad y la delincuencia, en defensa de la primera y en combate frontal a la segunda, porque hay que honrar al honesto profesional y exigir mucho a quien mucho se le confió.