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Reprobados

  • 08 diciembre 2019 /

“La reprobación es solamente el efecto inmediato de la educación deficiente”.

Elisa Pineda

Uno de los saldos negativos que tenemos este año, en el que pudimos constatar la fragilidad de la situación socio-política en la que nos encontramos, es la creciente cifra de reprobación del año escolar,en los niveles de educación básica y media.

Era de esperarse, tomando en cuenta la suspensión de clases que tuvimos a mitad del año por las protestas de los sectores de Salud y Educación y, como consecuencia, la maratón de clases y tareas aglomeradas en los dos últimos meses del ciclo escolar.

La preocupación de los maestros ha sido cumplir con la cobertura de contenidos, a como dé lugar, aun cuando eso comprometa la calidad, aunque la debilidad de esta forma de educar tenga efectos no solamente en el presente, sino en el futuro de los niños y niñas.

Repetir hasta el cansancio, hacer tareas sin objetivo alguno más que cumplir con horas de trabajo, no solamente genera aversión de los estudiantes hacia la escuela, sino que tiene un impacto negativo a futuro, como efecto dominó, pues lo que no se aprendió debidamente en el año escolar previo, difícilmente se sobrellevará en el año siguiente.

Más de 160,000 estudiantes reprobaron el año escolar, de acuerdo a cifras preliminares de la Secretaría de Educación, nos informaron las noticias hace pocos días. Esto significa 40,000 estudiantes más que el año pasado y aún faltan centros por registrar.

La mayoría de los reprobados -más de 88,000 estudiantes- se encuentra de séptimo a noveno grado. Ellos irán a la “escuelita”, como coloquialmente se le llama al Programa Todos Podemos Avanzar.

En poco tiempo -casi dos meses- los niños y niñas deberán asimilar lo que no pudieron durante todo el año y seguramente la mayoría serán promovidos, porque las estadísticas son relevantes y a veces se convierten en prioridad en este país, incluso por encima de las personas.

La mala calidad de la educación pública es un tema multifactorial, que se relaciona con la calidad de la formación docente, deficiente infraestructura, condiciones de riesgo social en la comunidad, que permean los centros educativos y además una débil asignación presupuestaria, que se acentuará en 2020.

La reprobación es solamente el efecto inmediato de la educación deficiente; sin embargo, a mediano y largo plazo se amplifican, tanto en la retención de los estudiantes como posteriormente en la educación superior y en el ámbito laboral.

La distancia entre el aula y la formación para el trabajo sigue siendo una asignatura pendiente en el país.

En la medida en que veamos los temas de manera aislada, seremos poco capaces de lograr avances indispensables para el desarrollo.

Ampliar la visión, no solamente hacia lo inmediato, sino pensando de manera integral, es indispensable para lograr un cambio. La forma de actuar tan limitada, que se refleja en solamente “lo que me corresponde”, es un verdadero obstáculo para el desarrollo.

Esa cifra creciente de estudiantes reprobados es una evidencia más de nuestras fallas como sociedad, incluyendo a las autoridades. Estamos en deuda con las presentes y futuras generaciones. Tampoco hemos aprendido nuestras lecciones. No solamente los estudiantes están reprobados, me temo que son muchos, muchísimos más.