26/04/2024
12:56 AM

Urgentes ideas económicas

No aceptamos que carecemos de una política económica consistente, de largo plazo y basada en ideas modernas.

Juan Ramón Martínez

No importa lo que diga el FMI, su interés es verificar nuestra capacidad para pagarles, o la Cepal, que tiene un esquema destinado a asegurar su prestigio mediante nuestro asentimiendo hacia sus anticipaciones. Interesa la autonomía para pensar y ordenar ideas que nos permitan enfrentar el retraso que acusamos y encontrar el camino para garantizar el crecimiento económico, el desarrollo humano y el bienestar y la igualdad, sin las cuales no hay paz posible.

No aceptamos que carecemos de una política económica consistente, de largo plazo y basada en ideas modernas. El Gobierno tiene demasiada presencia en la vida económica. El peso de la Enee en la deuda externa es un ejemplo. Y el bajo salario mínimo, pese al estirón que le diera Zelaya Rosales por motivos políticos, sigue afectando el dinamismo que necesitamos para crecer y haciéndole daño a los más pobres, que solo sobreviven del milagro de la solidaridad familiar y de su capacidad para comer menos o consumir productos de mala calidad o bienes usados provenientes de Estados Unidos. No hemos podido crear, dentro de las familias y las escuelas y universidades, una ética del trabajo que posponga la satisfacción de las necesidades postergadas, fomente el ahorro y derive hacia la producción.

Aunque lo hacen los más pobres, que son los que sostienen al país, tanto por su capacidad de trabajar barato aquí como para enviar remesas a sus familiares desde EEUU, lo cual balancea las relaciones comerciales con terceros países, la clase media, pequeña y miedosa no quiere correr riegos ni tampoco está emocionalmente lista para jugar la aventura de perder o ganar en el intento.

Por todo ello, que es lo que hemos venido haciendo en los últimos 100 años, es que veo con preocupación que, en vez de ponerle carne a la idea de que el desarrollo de Honduras solo será tal cuando los particulares seamos productivos y podamos depender de nosotros mismos, más bien cada día que pasa se confía que el Gobierno y los políticos piensen por nosotros y hagan lo que nos corresponde a los ciudadanos, sin excepción. Y es mayor cuando sigue creciendo el sentimiento que los caudillos resolverán los problemas y no las instituciones convenientemente dirigidas y que, siempre y siempre, serán los otros, especialmente Estados Unidos, los que harán lo que no queremos o por ignorancia no creemos que es nuestra responsabilidad.

Me preocupa, desde la distancia en donde la ansiedad es mayor, la disposición para endeudarnos, no para invertir en bienes de capital, sino para engañar a los más pobres dándoles subsidios sin diferenciar que, al final, debilitan a los más pobres, cuando lo que se busca es que asuman sus responsabilidades y usen el conocimiento de la pobreza como fuerza para salir de ella. Como he dicho, seguimos haciendo lo mismo, en economía y política, esperando ingenuamente que obtendremos resultados diferentes. Y cuando más de alguno tiene alguna idea positiva es flor de un día, ya que vivimos pensando en lo corto y esperamos que entre los visitantes venga Melquíades, de Cien años de soledad, que nos traiga la ansiada modernidad que tenemos más de doscientos años de estar esperando.