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Ciudadanía positiva

  • 10 noviembre 2019 /

Hay un elemento más, que durante décadas ha sido destinado a un segundo plano, quizá por considerarlo erróneamente como elitista: la promoción del arte y la cultura.

Elisa Pineda

Si hay dicho afianzado en nuestra idiosincrasia popular es aquel que dice: “Mientras Tegucigalpa piensa, San Pedro Sula trabaja y La Ceiba se divierte”, que etiqueta a estas ciudades y a sus habitantes por su rasgo supuestamente más distintivo, dejando por fuera un sinnúmero de características relevantes.

Poco a poco es necesario ir rompiendo paradigmas como ese y convertir a nuestras ciudades, no solamente las mencionadas, sino a muchas más, en lo que realmente deseamos de ellas: comunidades inclusivas, respetuosas, diversas, que piensan, trabajan, se divierten y sienten por igual. Pero, ¿cómo lograrlo?

A través de un enfoque que abarque multiplicidad de temas, que van desde la construcción y mejoramiento de infraestructura urbana, mecanismos de participación ciudadana en las decisiones de su municipio, gestión eficiente de programas de salud y educación, así como una administración pública local transparente y en constante conexión con las necesidades de su población.

Hay un elemento más, que durante décadas ha sido destinado a un segundo plano, quizá por considerarlo erróneamente como elitista: la promoción del arte y la cultura. Para sensibilizar, para abrir espacios de expresión del ser, para comunicarnos no solamente desde las ideas, sino también desde lo emocional, el arte y la cultura son excelentes medios.

Así parece que lo han comprendido las autoridades municipales tanto de San Pedro Sula, como de otros municipios que están haciendo lo propio: identificarse con la población, buscar un cambio positivo a través de esta vía.

Una muestra de ello es el Foro Internacional de Arte y Cultura para Inclusión en las Ciudades, organizado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, en Honduras, la Municipalidad de San Pedro Sula y Children International, que se llevó a cabo la semana recién pasada en San Pedro Sula.

Este valioso espacio fue propicio para la reflexión colectiva sobre la importancia de trabajar a través de la responsabilidad compartida o corresponsabilidad.

Conocimos importantes iniciativas más allá de nuestras fronteras y al mismo tiempo reconocimos que existe un gran valor en la dinámica cultural que la ciudad ha experimentado en los últimos años y que ha sido especialmente impulsada por la administración local actual, algo que merece reconocimiento.

La vicealcaldesa de San Pedro Sula, Lilia Umaña, expresó adecuadamente que uno de los grandes desafíos es asegurar el compromiso de todos los sectores para lograr la sostenibilidad de esta dinámica. Para ello es necesario construir “ciudadanía positiva”, dijo.

Esos términos encierran una gran verdad: es indispensable trabajar en conjunto por tener ciudadanos más sensibles, respetuosos de la diversidad, dispuestos a cuidar sus espacios, abiertos a explorar la cultura propia y otras, así como a valorar e impulsar a nuestros artistas.

Esto implica generar conciencia sobre la ciudadanía activa, como motor fundamental de un cambio cultural que permanezca en el tiempo, para fortalecer valores que propicien una nueva actitud, positiva, participativa, respetuosa e incluyente.

Los cambios culturales no son de la noche a la mañana, requieren esfuerzos articulados entre diversos actores de la sociedad. Fortalecer la confianza, aprender a construir colectivamente lo material y lo que no lo es, son aspectos claves. A través del arte y la cultura podemos comprendernos, lograr la cohesión social que anhelamos, desarrollar el sentido de pertenencia indispensable para fortalecer raíces y trabajar por el desarrollo de nuestros municipios y el país. Hay espacio para la esperanza, sigamos construyéndola.