Según los versados, en la Biblia la palabra “cielo” aparece 276 veces solo en el Nuevo Testamento y es descrito como un lugar real (véase por ejemplo Lucas 16:19-31). Con todo, la imagen del cielo que más me gusta es la de esperanza; y como bien lo escriben los autores Barber y Peterson, Dios desea que esa esperanza transforme nuestra existencia aquí en la tierra.
Sobre este punto, los autores compartieron esta historia y su perspicaz comentario de ella: algún tiempo atrás escuchamos un fascinante programa de radio en donde se le preguntó a un número de personajes famosos cómo pensaban que sería el cielo. Un patrón consistente de tres puntos comenzó a emerger en sus respuestas: 1) todos creían en el cielo; 2) todos asumían que estarían allí; y 3) ninguno mencionó que Dios estaba allí. Y usted, querido lector, ¿qué piensa o cree que es el cielo? Por mi parte, creo que es lo que mencionaban los autores en su comentario final: es todo acerca de Dios; es su presencia en santidad y amor majestuoso. Estar en el cielo significa entonces: vivir con Dios para siempre. Por eso la recomendación bíblica es a poner la mira en la cosas de arriba, donde Cristo gobierna a la derecha de Dios, no en las de la tierra, que perecen (cf. Colosenses 3:1-2). Demasiado a menudo, sin embargo, nuestra visión no va más allá de las cosas de esta tierra.