Estos son el entrenador Héctor Vargas, que ha dirigido a casi todos los equipos de la Liga Nacional y en sus últimos campeonatos al Club Deportivo Marathón, al cual ha coronado campeón; Diego Vásquez, un portero que jugó casi en todos los equipos de la Liga Nacional y es entrenador del Club Deportivo Motagua desde el año 2014, con el cual ha tenido los mejores momentos en diversas temporadas y es campeón actualmente, y el recién llegado entrenador del Club Deportivo Olimpia, Pedro Troglio, quien mantiene en el primer lugar a este equipo capitalino.
Todos con excelentes currículos deportivos como jugadores y entrenadores en diversos países, y en Honduras han sido muy bien acogidos. Con salarios privilegiados, pues mensualmente ganan entre 8,000 y 10,000 dólares mensuales; es decir, entre 200,000 y 240,000 lempiras, más el monto por firma de contrato y premios extras.
En un país donde el salario mínimo de los aficionados no llega a 10,000 lempiras mensuales, estos grandes pagos a estos entrenadores son una enorme bendición deportiva. Es el motivo por el cual son condenables y repudiables las conductas violentas de estos entrenadores antes mencionados, que deben dar un ejemplo de respeto y amistad a esta fraternal disciplina.
Vargas y Vásquez están curtidos con tantas tarjetas rojas que les han sacado los árbitros por su mala conducta dentro y fuera de la cancha, y Troglio acaba de empezar el campeonato y sigue el camino de sus colegas y paisanos. Esperamos que estos entrenadores iracundos reflexionen y que aporten paz a un país llamado Honduras.