Pienso que en cierta forma lo mismo ocurre con nuestra mente. Navegamos por nuestra vida a una velocidad constante y fantástica de treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos por año, y también son los pensamientos que se generan en nuestra mente los que determinan nuestra dirección y nuestro comportamiento general. Si estos pensamientos son positivos y constructivos, nuestra vida se elevará y alcanzará una mayor plenitud. Si por otro lado, los pensamientos son negativos y destructivos, automáticamente nuestra vida iniciará un descenso, que en algunos casos se convertirá en picada. Hay un libro llamado Learned Optimism.
Fue escrito por Martin Seligman, quien trabajando en la Universidad de Pennsylvania organizó entrevistas con más de 350,000 personas, hombres y mujeres. ¿Qué descubrió? Uno, que la cualidad predominante en la gente de éxito era el optimismo. Dos, que estos pensaban más optimistamente, más tiempo, que el común de la gente. Tres, que la gente con menos resultados tenía el hábito de pensar y hablar cada vez más acerca de sus problemas y de quienes ellos deducían que eran los culpables. Recuerde a Clint Eastwood, recordándose a cada momento que debía pensar en ruso, para poder guiar aquel avión hasta su meta. Recuerde que igual que él, usted y yo, y todo aquel que desee ser exitoso en su vida, no debe olvidar jamás que también son nuestros pensamientos los que nos guían al éxito o al fracaso.
LO NEGATIVO: Enfocarnos a problemas, encontrar culpables, y llenarnos de excusas. Dejar así que estos conduzcan nuestra vida en picada.
LO POSITIVO: Permitir que nuestros pensamientos optimistas y retadores, enfocados a soluciones, guíen nuestro futuro en ascenso.