La Policía Preventiva no ha jugado su verdadero papel en la persecución de estos malvivientes, ya que más bien muchos se han convertido en viles extorsionadores que se han enriquecido rápidamente, como se les ha denunciado a través de la plataforma Honduras Denuncia, habilitada por la comisión especial para la depuración y transformación de dicha institución, por lo cual este delito ha aflorado in crescendo para infortunio de la sociedad hondureña, que vive amenazada no solamente por el crimen organizado y el narcotráfico, sino que también por las bandas que extorsionan a la población honrada, como la misma autoridad lo ha comprobado, y que en la mayoría de los casos operan desde las cárceles del país dentro de un sistema corrupto que les ha permitido su impunidad y su proliferación. Todo a pesar de la implementación de algunas medidas extraordinarias en los centros penales y la creación de una fuerza especial antiextorsión y de algunas reformas penales, que no han sido suficientes para la represión de esta nueva tipología criminal.
Un nuevo informe de la organización Insight Crime revela que en los últimos años miles de pequeñas tiendas han cerrado en la capital de Honduras por causa de la extorsión. Lo que la Asociación de Consumidores y Usuarios de Honduras ha ratificado dando cuenta del cierre de unas 1,500 tiendas de esquina, conocidas popularmente como pulperías, provocado por las amenazas y la violencia de los extorsionadores, que actúan en gran escala a través de las distintas maras o pandillas que operan como empresas multinacionales en el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, México y con nexos con pandilleros radicados en los Estados Unidos. Negocio ilícito generador de varios millones de dólares y que podría ser la causa de su impunidad.