26/04/2024
05:52 PM

Ningufoneo

Francisco Gómez Villela

Del inglés Phubbing. ( phone, teléfono. Snubbing despreciar). Es un neologismo que hace referencia al acto de ignorar a una persona o al propio entorno por concentrarse en la tecnología móvil, ya sea un teléfono inteligente, un computadora, una tableta, etc. El uso de este termino, en inglés, empezó en Australia a partir de 2007.

Se introdujo en relación al vocablo español ninguneo, aceptado por la Real Academia Española que significa no tomar en consideración o menospreciar a alguien. Es uno de los aspectos oscuros de la combinación actual de tecnología y redes sociales. Describe la conducta generalizada actual del ser humano que vive dentro de la fantasía que le ofrecen los dispositivos móviles llamados inteligentes.

Un nuevo tipo de adicción que lo aísla del mundo que lo rodea y lo hace descortés con sus interlocutores en todos los ambientes. Quien lo practica expresa a todas luces desinterés por lo externo a él. Su vida pertenece a una máquina cautivadora y tirana que no lo deja en paz en ningún momento.

Por eso el humano de hoy ya no levanta la vista al cielo. Se olvidó del sol y las estrellas. Dejó sus sueños, su identidad, su raciocinio, su actividad mental consciente y lo introdujo en un aparato que lo obliga a mantener su cabeza inclinada, doblegado, vencido. No reflexiona sobre los aspectos apremiantes de la vida, inclusive ya no se deleita del paisaje cuando viaja. Una actividad que está cambiando radicalmente la manera de cómo nos comunicamos.

Estudios actuales han demostrado que el 87% de los adolescentes prefieren comunicarse vía escrita en vez de hacerlo cara a cara. El New York Times publicó en un artículo que el adulto promedio revisa su teléfono 47 veces al día y los milenials, 82. Revistas medicas especializadas publicaron que 75% de los padres norteamericanos usaba sus teléfonos mientras cenaban con sus hijos.

El llamado ojo seco se ha relacionado con el abuso de esta tecnología. Considerada una enfermedad de adultos cada día es más frecuente en niños. Las lágrimas se secan por mantener la vista fija durante mucho tiempo. Se les olvida parpadear. Puede causar miopía. Por eso es que ahora más niños usan lentes a más temprana edad que antes.

Hace un tiempo, antes de la telefonía celular, era común ver en las oficinas de cualquier empresa un aviso dirigido a los empleados que decía : “ El teléfono es acortar distancias, no para prolongar conversaciones”.

En la actualidad el teléfono para lo que menos se usa es para hablar. Sirve para escribir a los amigos y para sumergirse en la fantasía de las redes sociales. Para aislarse de los demás. El principal escollo de esta situación es que los jóvenes han crecido con esta tecnología y para ellos es parte de la normalidad. Nos corresponde a nosotros, los adultos de “antes”, intentar revertir esta situación que obviamente ya se ha salido del control. Y la única manera es establecer reglas de disciplina en nuestros hogares para limitar el tiempo que nuestros hijos pasen absortos en esta actividad adictiva que los deshumaniza, los despersonaliza, los inhibe de pensar, los vuelve antisociales, con dificultades para entablar conversaciones con un lenguaje coherente y adecuado, en un sedentarismo crónico irreversible, y con grandes deficiencias para realizar las mínimas actividades físicas y manuales para afrontar la vida cotidiana.

Debemos dejar la conveniencia de darle nuestros celulares a nuestros pequeños para mantenerlos “quietos”. No debemos comprarles tabletas para su uso personal. Debemos limitar el tiempo de exposición a los juegos de video. Y a pesar que es parte de la vida actual y no podemos aislarlos por completo de la tecnología, debemos marcar esa fina línea de separación entre el uso racional y la adiccion. Debemos hacerlo. Ya las máquinas están desplazando al humano. Ya el término inteligencia artificial cada día atemoriza menos. Estamos cayendo en la trampa que nosotros mismos urdimos. Debemos cerciorarnos que no se nos olvide ser humanos. Es ahora o nunca.