26/04/2024
10:49 AM

Practicar el perdón

“Sería hipócrita nuestra oración si nos resistimos a perdonar cuando imploramos misericordia”

Mimí Nasthas de Panayotti

Todos somos pecadores y todos necesitamos perdón. Cuando nos referimos al pecado, pueden ser ofensas, deudas, agravios, rencores o transgresiones que hemos causado por nuestra acción y omisión. El pecado puede ser nuestra falta de amor; ser tibio, pasivo o ignorante… lo que nos hace deudores, ofensores o transgresores. Todo pecador es un deudor. Estamos en deuda con Dios, por no haber correspondido a su amor infinito. Este es nuestro pecado: más que transgresión de unas leyes, es una ofensa a nuestro Padre que nos ha dado y nos sigue regalando todo lo bueno que tenemos.

La verdadera actitud es la del publicano que sin levantar los ojos al cielo, confiesa humildemente: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador”. (Lc 18:13) En el padrenuestro hablamos en plural: perdona nuestras ofensas, que significa que todos necesitamos perdón y que cada uno pide perdón por sus propios pecados y por los de toda la humanidad.

Pero contamos con una historia maravillosa. Nuestro Padre es el Dios del perdón y perdonar para Él es una fiesta. El cierra los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan. Desde el Antiguo Testamento se revela nuestro Creador como un Dios de perdón frente a la terca rebeldía del pueblo elegido.

Son innumerables las citas de perdón de Dios en los profetas, salmos, sabiduría, Isaías, etc., lo mismo que en el Nuevo Testamento. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

Hay un pensamiento de José Antonio Pagola: “Sería hipócrita nuestra oración si nos resistimos a perdonar precisamente cuando nosotros imploramos la misericordia de Dios. Porque hemos sido perdonados por el Padre, podemos perdonar a los hermanos y nos está permitido implorar a Dios sinceramente su perdón definitivo”.

No dejemos que pase la Cuaresma sin practicar el perdón…