26/04/2024
09:31 AM

Funcionarios negligentes

Sergio Banegas

Una de las grandes asignaturas pendientes del Estado hondureño es salir del atasco de la tierra cenagosa de la desidia y la negligencia de un gran número de sus funcionarios. Es muy común que al llegar a una oficina del Estado en cualquiera de sus dependencias observemos, entre otras cosas, personal supernumerario, personas hablando (o jugando) en el teléfono celular y en tertulias interminables que no tienen ningún provecho.

En muchos de los funcionarios se pueden discernir rostros que parece que los bautizaron en agua de limón, con amarguras y enojos fuera de órbita para con el usuario, como si fuesen eternos en los sillones del servicio público. Es triste, por ejemplo, que gente humilde de tierra adentro llega a los centros hospitalarios del país solo para esperar horas y horas sentados en las bancas duras del olvido hasta que a la enfermera y al médico les “ronca la gana” preguntarles a qué llegan. Hay varios casos de personas que literalmente han perdido la vida en las salas de espera ansiando que un médico las atienda.

Igualmente, en el Poder Judicial encontramos retardos extraordinarios de la justicia cuando no se resuelve una causa en el término fijado por la ley o una Corporación Municipal que no procede a entregar resoluciones en tiempo y forma, a lo cual la ley obliga.

En fin, la administración pública es fiel reflejo del retardo del mismo Estado y de la sociedad. La clase política que ha gobernado por años es en gran medida responsable de ello, ya que la única cualidad para nombrar a un funcionario no ha sido su capacidad, sino haber gritado en las concentraciones y pegar afiches de los candidatos. Por supuesto que hay honrosas y pocas excepciones, hay funcionarios capaces y que muestran diligencia en su trabajo, pero lastimosamente esa gente íntegra no es puesta en posiciones de autoridad, pues “estorban” al corrupto que pretende mantener el control de lo que se hace y no se hace en dicha dependencia pública. Mientras ello siga sucediendo, la res pública seguirá siendo exprimida por incapaces que dejan mal parado al Estado.