26/04/2024
12:56 AM

Soñar para transformar

Elisa Pineda

Uno de los resultados más relevantes al que pueden aspirar las organizaciones y las personas que trabajan por los niños y jóvenes de nuestro país, es devolverles la capacidad de soñar.

Hace pocos días, en un evento de promoción del voluntariado, escuché a cuatro jóvenes beneficiados por los Centros de Alcance, CDA, implementados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Usaid, y la Fundación Nacional para el Desarrollo de Honduras, Funadeh, con el apoyo de organizaciones tanto públicas como privadas.

Los Centros de Alcance tienen por objetivo sensibilizar y movilizar a la comunidad para atender a niños y jóvenes de sectores socialmente vulnerables para desarrollar su potencial y mejorar el ambiente en el que se encuentran, con plena participación comunitaria, como una forma viable de prevenir la violencia.

Los jóvenes hicieron énfasis en que antes de asistir al CDA de su comunidad, su vida era una completa rutina, sin oportunidades cercanas para desarrollar sus potencialidades y para divertirse –una necesidad básica, no un lujo para niños y jóvenes- en un ambiente sano y seguro, lo que ahora tienen en los CDA.

Los jóvenes aprendieron a soñar con su propia vida, a esforzarse por ser referentes positivos en una sociedad marcada por los problemas sociales y por la dificultad de solventar necesidades apremiantes del hoy, que hacen difícil pensar en el futuro. Aprendieron también a realizar voluntariado por sus pares, por su comunidad.

Soñar, no malentendido como divagar, sino visualizarse de manera distinta, como principio básico para transformarse. Es ver hacia el futuro, sin perder de vista lo que podemos hacer hoy; es ilusionarse con la vida propia y con mejorar el entorno, por pequeño que sea.

Soñar como un asidero para soportar reveses, como un motor que impulsa hacia adelante. Buscar el sueño aquí, no convertirlo allá en parte de estadísticas migratorias de pesadilla.

Soñar y empoderarse para trabajar por los demás, para dejar de pensar en mí y cambiar al nosotros. Un paso que es un enorme logro, que devuelve la esperanza en transformar a Honduras, no como una frase política, sino como una posibilidad a través del abordaje social más allá del asistencialismo, del trabajo por y con la comunidad, del reconocimiento básico de la dignidad humana. Le invito a que usted también se atreva a soñar.

*Periodista y máster en estudios
diplomáticos