26/04/2024
04:44 PM

Otra vez el tema del aborto

“En el plano moral, el aborto en general, y el quirúrgico en lo particular, son severamente cuestionados”.

Juan Ramón Martínez

Cada cierto tiempo, grupos de intereses – que asumen diversas denominaciones – plantean la legalización del aborto en Honduras, especialmente el quirúrgico, que es, según los proponentes, necesario en casos de violación. Y, como siempre ocurre en estas discusiones en donde están involucradas subjetividades, conceptos religiosos y posturas vitalistas, se juega a la alteración de las cifras en el ánimo de impresionar a los adversarios. Por ejemplo, escuchaba al párroco de la iglesia católica a la que concurrimos mi familia y yo los domingos que la cifra de 7% de las violadas que salen embarazadas es exagerada y que los estudios que ha consultado le indican que solo son el 0.6%. El que use esta información de entrada me lleva a una situación confusa con dos dimensiones: el primero es que la causa no es el embarazo, sino que la violación. Y que, en consecuencia – en nombre de una pretendida soberanía de la mujer sobre su propio cuerpo – ella tiene capacidad para dirigir su disgusto, su furia, su enojo y su venganza no en contra del violador, sino que en perjuicio de la nueva vida, fruto de la relación sexual sin su voluntad. Con el agregado que la vida que se quiere autorizar que sea extirpada violentamente, además de no tener capacidad para defenderse, le convierte en victimaria, mientras que el violador sigue campante y sonriente celebrando sus bruscas tareas de satisfacer sus necesidades sexuales mediante la violencia. Esto, en lo personal, no me cuadra en absoluto. Por supuesto, esta es una postura legalista en donde se castiga a los culpables y no a los inocentes. Y en este caso, la mujer ofendida se transforma en una víctima que, además, actúa en contra de un inocente que no ha pedido venir a la vida, pero que tiene legalmente derechos que debemos proteger.

En el plano moral, el aborto en general y el quirúrgico en lo particular, son severamente cuestionados. Históricamente se acercan mucho a las políticas de homogeneización humana predicada por los racistas, convencidos de la superioridad de unos grupos con respecto a otros, y al menosprecio fascista de los indefensos. Por ejemplo, Hitler favorecía a los arios y se comprometió en la tarea de eliminar, con todos los ingenios de su tiempo, a los que se alejaban de sus criterios de pureza racial, especialmente a los judíos por impureza sanguínea. Por eso el aborto —incluso el quirúrgico— goza de muy poca simpatía en una sociedad muy religiosa como es la hondureña, ya que en la práctica no resuelve el problema ni dignifica a la mujer, y mucho menos castiga a los violadores que se salen con la suya. Más bien, antes que el aborto, como lo recomienda Oyuela, “lo que hay que hacer es evitar confrontar a la mujer con el hijo por nacer, para que así no se convierta en victimaria del inocente”. Y que se legisle en forma draconiana contra los violadores, especialmente los que lo hacen dentro de los entornos familiares, tratando que el incesto deje de ser un hecho consentido e incluso estimulado por las propias madres que, de este modo, mantienen a los maridos de los que dependen.

Aunque creo que el proyecto a favor del aborto no pasará en el Congreso Nacional, considero prudente que abandonemos la hipócrita actitud de volver los ojos hacia otra parte, cuando la violación la ejecutan padres contra hijas, abuelos en contra de nietas. Y más bien castiguemos ejemplarmente a los violadores, evitando envilecer la dignidad de la mujer, volviéndola cómplice e incluso asesina del inocente que no pidió nacer. Y que incluso, no tiene nada que ver en el asunto. Salir de la hipocresía confundiendo las soluciones con el sentido común y volviendo culpables a los inocentes, para que los violadores sigan riéndose de nosotros, es el camino correcto si de verdad queremos castigar a los que incurren en delito sin volver cómplices a las mujeres que merecen respeto por su dignidad y su papel en la reproducción de la vida social.

*Historiador y analista político