¿Qué aguarda ahora a Taiwán?

La guerra no es inevitable. Puede que sea menos probable ahora, cuando China está ocupada con una economía deprimida y Estados Unidos con guerras en Europa y Medio Oriente.

Foto: Lam Yik Fei para The New York Times

Lai Ching-te, quien ganó la Presidencia de Taiwán, atrajo ávidos seguidores en su campaña. Celebrando su victoria.

mié 17 de enero de 2024

Por Damien Cave / The New York Times

Taipéi, Taiwán. Xi Jinping, el líder de China, ha vinculado el estatus de gran potencia de su país a una promesa singular: unificar la patria con Taiwán, que el Partido Comunista Chino considera un territorio sagrado y perdido. Hace varias semanas, Xi calificó esto como una “inevitabilidad histórica”.

Pero las elecciones en Taiwán el 13 de enero, que entregaron la Presidencia a un partido que promueve la identidad separada de la isla por tercera vez consecutiva, confirmaron que esta bulliciosa democracia se ha alejado aún más del sueño de unificación de China.

Después de una campaña de mítines tipo festival, donde grandes multitudes gritaban y bailaban, los electores de Taiwán ignoraron las advertencias de China de que votar por el Partido Progresista Democrático era un voto a favor de la guerra.

Lai Ching-te, ex médico y actual Vicepresidente, a quien Beijing considera un separatista acérrimo, será el próximo líder de Taiwán. Es un acto de desafío que demostró lo que muchos ya sabían: la presión de Beijing sobre Taiwán —económicamente y con acoso militar— no ha hecho más que fortalecer el deseo de la isla de proteger su independencia de facto.

“El enfoque de línea dura no ha funcionado”, dijo Susan Shirk, profesora de investigación en la Universidad de California, en San Diego. “Esa es la realidad de la política taiwanesa”.

Taiwán en el centro de dos potencias

China y Estados Unidos han convertido a Taiwán en una prueba de visiones contrapuestas. Para Beijing, la isla es un remanente de su guerra civil con la que Estados Unidos no tiene por qué entrometerse. Para Washington, es la primera línea de defensa para la estabilidad global, una democracia de 23 millones de personas y la fábrica de microprocesadores del mundo.

Las enormes apuestas añaden gravedad a cada palabra o política que Lai o su partido puedan pronunciar ahora y después de su toma de posesión en mayo. Con el sentido de identidad de Taiwán y las expectativas de China en conflicto, no se anticipa que Xi se quede de brazos cruzados. Antes de las elecciones, los funcionarios chinos pintaron a Lai como un villano, llamándolo “destructor de la paz a través del Estrecho” y potencialmente “creador de una guerra peligrosa”.

$!Lai Ching-te, el próximo líder de Taiwán, es un ex médico y político conocido por su callada determinación.

Durante la campaña, Lai, de 64 años, un político veterano respetado por su callada determinación, dijo que Taiwán no necesitaba una independencia formal. Después de su victoria, dijo que buscaría un enfoque equilibrado para las relaciones a través del Estrecho, incluyendo la “cooperación con China”, siguiendo el camino de su predecesora, Tsai Ing-wen.

Pero hay pocas posibilidades de que China cambie de opinión.

Lai Ching-te es una figura impulsiva y políticamente sesgada, por lo que no podemos descartar la posibilidad de que puedan ocurrir acontecimientos impredecibles y desconocidos durante su mandato”, dijo Zhu Songling, profesor de estudios de Taiwán en la Universidad Unión, de Beijing.

“Me temo que es algo muy peligroso”, añadió, señalando que las opiniones de Xi eran claras, incluyendo su creencia de que se puede utilizar la fuerza si es necesario.

Los expertos occidentales en política china no son mucho más optimistas. “Los próximos cuatro años serán todo menos estables en las relaciones entre Estados Unidos y China y a través del Estrecho”, dijo Evan S. Medeiros, profesor de estudios asiáticos en la Universidad de Georgetown, en Washington.

Al igual que otros analistas, dijo que esperaría una serie familiar de tácticas de presión. Como mínimo, China seguirá intentando manipular la política de Taiwán con desinformación, amenazas e incentivos económicos. Los funcionarios chinos también han insinuado que podrían apuntar al comercio, eliminando más concesiones arancelarias.

Beijing también ha mostrado que seguirá incitando a Washington para que presione a Taiwán y recorte el apoyo militar. Los mensajes de alarma se están convirtiendo en una característica común de la diplomacia entre Estados Unidos y China.

Por supuesto, la guerra no es inevitable. Puede que sea menos probable ahora, cuando China está ocupada con una economía deprimida y Estados Unidos con guerras en Europa y Medio Oriente.

“Es del interés nacional de China ampliar el camino de la integración pacífica para que no tengan que pelear”, dijo Shirk.

Sin embargo, en Taiwán es posible que poco pueda hacer Xi para pulir la imagen de China. En encuestas recientes, menos del 10 por ciento de los encuestados taiwaneses consideraban que China era digna de confianza.

“Hemos visto demasiados ejemplos de lo que Xi le hizo a Hong Kong y cómo trató a su pueblo”, dijo Cheng Ting-bin, de 56 años, un maestro en Taipei que votó por Lai.

John Liu, Claire Fu y Amy Chang Chien contribuyeron con reportes a este artículo.

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