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¿Cómo funcionan las vacunas?

  • 08 junio 2017 /

Al simular una infección, las vacunas entrenan al sistema inmunológico y le permiten desarrollar armas para combatirla. Videografía sobre cómo funcionan las vacunas.

Montevideo, Uruguay.

Cuando un patógeno, como un virus o una bacteria, entra en el cuerpo, se multiplica y ataca las células. Esto se conoce como una infección.

Al reconocer este microbio como un cuerpo extraño, el sistema inmunológico despliega dos mecanismos de defensa, utilizando varios tipos de glóbulos blancos.

En primer lugar está la respuesta inmune innata. Los macrófagos son células que se “tragan” a los intrusos para destruirlos.

Los fagocitos capturan y eliminan toxinas. Esta reacción local rápida puede detener o disminuir la infección.
Pero eso no siempre es suficiente, y es ahí donde intervienen los linfocitos: células defensoras que pueden identificar al invasor por su molécula característica, el antígeno.

Cada linfocito se adapta para atacar un virus o bacteria en particular. Tan pronto como se identifica el antígeno, el linfocito se multiplica.

Los linfocitos B tienen la capacidad de producir un gran número de anticuerpos.

Circulando por el organismo, los anticuerpos atrapan y neutralizan estos antígenos, permitiendo que los macrófagos los eliminen.

Los linfocitos T identifican y destruyen células infectadas. Pero en un primer contacto con un antígeno, la reacción inmune es lenta, tardando varios días y dando tiempo a los gérmenes de desencadenar una enfermedad.

Afortunadamente, el cuerpo recuerda a sus enemigos. Luego de una infección, la “memoria” de los anticuerpos y los linfocitos se mantiene. Por lo tanto, reaccionan si el mismo patógeno reaparece.

Así, la reacción inmune es mucho más rápida y el cuerpo elimina al atacante antes de que la enfermedad se desarrolle.

Las vacunas aprovechan la memoria del sistema inmunológico. Al simular una infección, las vacunas entrenan al sistema inmunológico y le permiten desarrollar armas para combatir.

Esto se hace introduciendo un germen que está muerto o inactivo, o simplemente un fragmento del germen, en el cuerpo. La vacuna desencadena una reacción inmune sin causar la enfermedad.

El organismo produce linfocitos que memorizan al invasor, y anticuerpos, en preparación para cualquier ataque futuro.

El poder de estos anticuerpos y linfocitos tiende a disminuir con el tiempo, por eso algunas veces son necesarias las vacunas de refuerzo. Texto, foto y gráfico de AFP.

Foto: La Prensa

Foto captura video de AFP.