Cuba.
Un almuerzo al aire libre en este elegante barrio de La Habana: una escena cada vez más común en Cuba.
La apertura de la economía a los negocios privados permitió que naciera en el país de la igualdad social una nueva clase adinerada, que frecuenta los restaurantes en boga de la capital, viaja y consume.
Algo que empieza a llamar la atención en un país donde los signos externos de riqueza estuvieron reservados por años a un puñado de privilegiados.
'Lo que era antes al privativo como viajar, como tener un automóvil, ya hoy es normal', dijo Ernesto Blanco, propietario del restaurante La Fontana.
Hasta hace poco, solo una élite de militares, dirigentes de empresas estatales, trabajadores del turismo o artistas, podían permitirse el lujo de ostentar sus riquezas, como un automóvil o ropa de marca.
Un almuerzo al aire libre en este elegante barrio de La Habana: una escena cada vez más común en Cuba.
La apertura de la economía a los negocios privados permitió que naciera en el país de la igualdad social una nueva clase adinerada, que frecuenta los restaurantes en boga de la capital, viaja y consume.
Algo que empieza a llamar la atención en un país donde los signos externos de riqueza estuvieron reservados por años a un puñado de privilegiados.
'Lo que era antes al privativo como viajar, como tener un automóvil, ya hoy es normal', dijo Ernesto Blanco, propietario del restaurante La Fontana.
Hasta hace poco, solo una élite de militares, dirigentes de empresas estatales, trabajadores del turismo o artistas, podían permitirse el lujo de ostentar sus riquezas, como un automóvil o ropa de marca.
Hoy, cerca de 500.000 isleños trabajan un unos 200 oficios por “cuenta propia”, como dueños de restaurantes, mecánicos o emprendedores de la construcción.
La llegada de esta nueva clase plantea la posibilidad de una crisis de valores en esta isla comunista, donde el salario promedio no supera los 20 dólares al mes.
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“Se subraya la desigualdad en Cuba desde los 90 a partir del periodo especial, se hicieron obvias la existencia de desigualdad, esta desigualdad se está acrecentando y si, definitivamente las nuevas medidas visualizan que esa desigualdad se incremente”, añadió Daybel Pañellas, Doctora en Psicología en la Universidad de La Habana.
La experta agrega que en Cuba, la población sigue estigmatizando el tener dinero. Por eso, los cuentapropistas se la rebuscan para evitar enemistades.
'Lo que hacemos es tratar de ayudar a los vecinos en la medida de las necesidades y las posibilidades de nosotros. Hemos tratado de que el impacto no sea negativo', explicó José Raúl Colomé, director de Starbien.
De hecho, algunos esperan que caiga la noche para sacar sus compras del baúl del auto, para no exponerse a la envidia de sus vecinos o a los pedidos que la vergüenza hace difícil rechazar. Texto y video de AFP.
