Destruir armas químicas es un proceso largo, peligroso y complejo. Existen dos técnicas importantes: la incineración y la neutralización.
Ambas implican extraer primero los agentes químicos -gas sarín, mostaza o vx- de sus recipientes y de las ojivas.
Durante la incineración, estas sustancias son tratadas en una cámara de combustión de alta turbulencia, un horno en el que las temperaturas pueden llegar a 1.500 grados.
Luego el gas y los líquidos residuales son enviados a una cámara de reacción de corriente invertida para ser nuevamente incinerados.
Durante el proceso de neutralización, los componentes tóxicos son neutralizados mediante reacciones químicas.
Sus moléculas, fracturadas por hidrólisis, pasan a ser sustancias poco peligrosas; luego al agregarle el agua y solvente, los agentes químicos quedan destruidos.
Los gases y solventes recuperados son tratados; los desechos sólidos almacenados.
Luego de la neutralización, los explosivos de las municiones también pueden ser destruidos por hidrólisis y además se podrá recuperar y reciclar el metal. Texto, foto y video de AFP.
Foto captura video de AFP.
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