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¿Dónde está el diablo? Escuela de exorcistas en Argentina enseña cómo espantarlo

  • 18 noviembre 2016 /

Más de 35 personas estudian las carreras de Parasicología, Angelología y Demonología.

Buenos Aires, Argentina.

Con crucifijo alzado, rocío de agua bendita, oraciones llenas de fervor y la mirada fija en el poseído, Manuel Acuña muestra su receta para apartar al diablo en su escuela para consultores en exorcismo en Argentina, la primera de América Latina.

“Dios me ha puesto en este camino, yo no elegí ser exorcista. Ser exorcista es un llamado, el llamado de Dios a trabajar en la infantería entre los suyos”, dice Acuña, que se presenta como obispo carismático luterano y dice haber hecho el mayor exorcismo del mundo.

Acuña, de 54 años, ofrece sus misas de sanación contra hechizos y maleficios en una pequeña y modesta parroquia en Santos Lugares, casual ubicación gracias a una donación, en un barrio de clase media baja en la periferia de Buenos Aires.

Allí, en la parroquia El Buen Pastor, asegura que hizo “el mayor exorcismo del mundo” en 2015, el de Laura, que había estado diez de sus 23 años internada en un hospital psiquiátrico y hoy “ está perfectamente bien de salud ”.

Con un penetrante olor a incienso, el obispo recibe a la AFP frente al altar donde reposan estatuillas del arcángel San Gabriel, el “exorcista invisible”, y del arcángel San Rafael, patrono de la salud.

Son 35 los alumnos, todos adultos, que cursan la carrera de Parasicología, Angelología y Demonología, por 700 pesos mensuales (47 dólares) para obtener en tres años un título de Consultor Exorcístico.

“Aprender todas las herramientas es una forma de poder combatir” al diablo, dice Luciana Jeaume, una empleada de 38 años interesada desde pequeña por la brujería y hechicería, ahora aprendiz de exorcismo.

Foto: La Prensa

Un sacerdote practica delante de los fieles cómo actuar en caso de exorcismo.
Hablar otras lenguas

El programa incluye clases de filosofía, psicología y antropología, pero también de chamanismo, interpretación de fenómenos paranormales y demonología, que “estudia el carácter y la función del diablo y de todos los demonios”, explica Acuña.

El padre Manuel, como lo llaman todos, dice que el 4 de abril de 2001, en plena misa, una quinceañera empezó a reptar y a hablar en otras lenguas.

Pese a que la chica pesaba solo 40 kilos, Acuña necesitó de otras ocho personas para sostenerla. Aquel día hizo su primer exorcismo y desde entonces realizó otros 1 200, sostiene.

“No tuve miedo. Ese día intercambié cartas de presentación con el diablo”, describe este hombre que pertenece a la Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas Independientes, con sede en Nueva York. En una pared de la parroquia, una imagen del rostro ensangrentado de Cristo parece abrir y cerrar los ojos según desde donde lo mire el visitante.

Mientras habla, el “obispo exorcista”, como se presenta, levanta la cruz de madera que utiliza en las misas de sanación, la misma que usó para exorcizar a Laura y que Dios le “indicó en un sueño”, afirma.

Una vez por mes convoca a un ritual contra hechizos y maleficios y la presencia de cientos de fieles obliga a cortar la calle.

Entre ellos se producen “manifestaciones diabólicas”, con gritos y desmayos. Una mujer escupe sangre, constata el equipo de la AFP.

“Es porque hubo un pacto con sangre animal”, explica el obispo. En un pasillo decenas de fotos muestran al anfitrión junto a personajes de la farándula vernácula y en sus apariciones mediáticas. También se lo ve con el padre Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, aunque los luteranos no responden al Vaticano.

“El misterio de lo invisible puede ejercer fascinación en unos, pero también muchas críticas. No somos ingenuos, se me ha llamado de todas formas posibles”, dice.

El pastor Esteban Tronovsky, de la Iglesia Evangélica Luterana Argentina, que no apoya el exorcismo, considera que esta práctica no se aprende.

“Hay cuestiones que van más allá del simple conocimiento, que están supeditadas al mandato de Dios”, dice al marcar distancia con esta escuela como otras tres congregaciones luteranas consultadas por la AFP.

Foto: La Prensa