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Jesús Malverde, el Santo de los Narcos

  • 10 octubre 2014 /

Ciudad de México, México.

Si bien es cierto que Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, es uno de los líderes criminales más poderosos del mundo, existe un personaje al que todos los miembros del crimen organizado le piden favores. Su nombre es Jesús Malverde, un famoso bandido sinaloense que ha sido nombrado santo por los capos mexicanos.

De acuerdo a los relatos sobre su vida, el delincuente operó en los Altos de Culiacán durante los primeros años del siglo pasado, dedicándose principalmente al robo de empresarios acaudalados y familias ricas. Una vez con el botín en sus manos, acudía a los hogares de las personas más necesitadas y les entregaba el dinero.

Convertido en una especie de Robin Hood mexicano, Malverde emprendió una campaña contra los hacendados más poderosos de la región, supuestamente, motivado por la muerte de sus padres, quienes había sido víctimas de los abusos de la clase gobernante.

Sus múltiples crímenes y su gran popularidad en la zona obligaron a que el entonces gobernador de Sinaloa, Francisco Cañedo, ofreciera una recompensa millonaria por su captura.

De acuerdo a las historias, siguió robando a los poderosos hasta que una herida de bala le provocó una gangrena mortal. Fue entonces, cuando pidió a un amigo entregarlo a las autoridades, cobrar la recompensa y distribuirla entre los pobres.

Aunque la Iglesia no lo reconoce como un santo, los líderes criminales han mandado a construir estatuas en su honor en varias partes del país, sin embargo, el culto a Jesús Malverde es mayor en territorio sinaloense.

De lo anterior, que el famoso bandido haya sido bautizado como el Santo de los Narcos, a quien le han sido atribuidos varios milagros. Entre sus seguidores se encuentran los capos Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Édgar Téllez, César Ortiz y Amado Carrillo Fuentes, quienes solían rendir homenajes a este personaje histórico.

Cabe resaltar que para la construcción de las imágenes se toman rasgos físicos de los cantantes Pedro Infante y Jorge Negrete, ya que no existen testigos que puedan ofrecer mayores detalles sobre su constitución y aspecto real.

Tomado de Sexenio