04/05/2024
11:59 AM

Emigra a ciegas hacia Estados Unidos por su seguridad

Huyó de los pandilleros de Honduras y viaja con su hermano hacia el país norteamericano.

San Luis Potosí, México

Kevin Odair Murillo Meraz, originario de San Pedro Sula, Honduras, a pesar de su discapacidad visual, emprendió la huida de su país para llegar a los Estados Unidos, donde pretende lograr una visa humanitaria y llevarse posteriormente a su esposa y a sus cuatro hijos para resguardarlos de la inseguridad.

Apoyado por su hermano, ayer salió a Saltillo, para tratar de llegar a la frontera e ingresar al vecino país del norte, donde su sueño es buscar trabajo, y lograr operarse de la vista, para recuperar su vida normal.

Duró 12 días en la Casa de la Caridad Hogar Migrante “Luis Morales Reyes”, donde recibió un gran apoyo por parte de su director, el padre Rubén Pérez Ortiz, su equipo de trabajo y sus compañeros migrantes quienes lo cuidaban y guiaban a donde deseaba ir.

Le enviaron dinero a la familia hondureña, se pagó el autobús que lo llevará a Saltillo así como una estancia de doce días.

El padre Rubén lo contactó con Alejandro Fernández, director de la Escuela Estatal de Ciegos y Débiles Visuales “Ezequiel Hernández Romo”, donde dio una plática sobre estos hechos que le cambiaron radicalmente la vida, también jugó con los alumnos de la institución un partido de futbol para ciegos.

En entrevista Kevin narró que es técnico en refrigeración y que hace dos años y cinco meses aproximadamente, a los 15 minutos de salir de su casa para dirigirse a una entrevista de trabajo, fue interceptado por varios miembros de la Mara Salvatrucha, quienes le pidieron la cuota que piden en las fronteras.

Se negó a pagar diciendo “no vamos a mantener mareros” y debido a ello, agregó, “me agarraron a disparos y me pegaron siete balazos, uno de ellos me pegó en el ojo izquierdo y salió por el derecho”.

A pesar de ello asegura que puede ver luz, y puede llorar, lo que significa que sus nervios oculares están intactos y puede recuperar la vista por medio de una operación.

“Debajo de mis ojos me pegaron otro balazo que me trabó la mandíbula, dos en el cuello y uno más en la espalda que me provocó pérdida de una costilla y un riñón”.

Señala que en su estómago tiene una gran herida con 16 puntadas grandes. “Fueron siete horas de operación, siete unidades de sangre y me dieron tres paros cardiacos. Estuve 20 días hospitalizado y de estos, siete permanecí en coma”.

Ante estos hechos, los mareros saben que estoy vivo, por ello, dijo “salí huyendo desde el 15 de enero y pido que me ayuden para proteger a mi familia”.

Kevin asegura que ya no tiene padre, madre ni abuelos, sólo una tía que lo crió que vive en el Distrito Federal. Sin embargo, le preocupa su esposa e hijos, además de su hermano Walter que lo acompaña sólo hasta Saltillo.

“Él ya no puede entrar porque tiene cinco deportaciones y le dijeron que si trataba de entrar de nueva cuenta lo meterían a la cárcel”, dijo Walter.

El padre Rubén pedirá al director de la Casa de la Caridad de Saltillo, que le dé asilo y apoyo para el acompañamiento hasta la frontera.

De ahí, dijo, se comunicará con un amigo que se encuentra en Texas y quien le prometió ayudarle y lo está cumpliendo.

Kevin no tiene miedo ya que sostienen que su vida depende de Dios. “Si me dejó en este mundo es por un propósito y es mi amigo”.

Buscaba un mejor empleo

Murillo Meraz antes de ser atacado, laboró en una empresa de reciclaje sampedrana en la colonia El Limonar y precisamente cerca del establecimiento, el joven fue interceptado por varios sujetos armados que se conducían en un vehículo oscuro tipo turismo.

Fue un 14 de septiembre de 2011 cuando la desgracia le llegó. Se transportaba en su bicicleta con rumbo a su hogar cuando fue sorprendido por los delincuentes. Los siete balazos lo dejaron casi muerto y algunos vecinos avisaron a sus familiares para que lo trasladaran a un centro asistencial.

Pese a que el personal médico del hospital Mario Rivas lo estabilizaron, los galenos le daban mínimas posibilidades de sobrevivir.

Sin embargo, las oraciones de sus parientes y amistades le dieron esa fortaleza divina para no morir, pero su vida quedó marcada, pues dos de los balazos le provocaron ceguera.

Eran las 10:30 de la mañana de ese 14 de septiembre cuando al joven le cambiaría su estilo de vida. A pesar de eso, Murillo Meraz mantiene la esperanza de lograr su objetivo de llegar al país del sueño americano y conseguir una visa humanitaria o asilo debido a su condición física y el atentado que sufrió.