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Un ingeniero, el verdugo de sus 12 compañeros en Virginia Beach

  • 01 junio 2019 /

DeWayne Craddock disparó contra compañeros de trabajo en un edificio municipal de Virginia Beach.

    Virgnia.

    La Policía intentaba ayer conocer el motivo por el cual un ingeniero de obras públicas disparó indiscriminadamente contra sus compañeros de trabajo, convirtiendo un edificio municipal de Virginia Beach, una pequeña ciudad de Estados Unidos, en una zona de guerra al matar a 12 personas y herir gravemente a cuatro.

    Las autoridades estatales identificaron al autor del tiroteo del viernes como DeWayne Craddock (de unos 40 años), en una emotiva conferencia de prensa que se centró en las víctimas del último brote de la epidemia de violencia con armas de Estados Unidos. El nombre del atacante no fue repetido.

    Craddock, quien fue abatido por la Policía, era empleado del departamento de obras públicas de Virginia Beach, donde había trabajado durante unos 15 años, dijo el jefe de la policía, James Cervera, en la conferencia.

    Cervera se negó a decir si Craddock había sido sancionado hace poco o si su registro mostraba problemas laborales. El diario Wall Street Journal informó que había sido despedido recientemente. Otros reportes de prensa dijeron que había servido en la Guardia Nacional del Ejército después de graduarse de la escuela secundaria.

    “Estamos haciendo una investigación en profundidad sobre los hechos anteriores al incidente, así como del incidente”, dijo el jefe policial.

    El del viernes es el tercer tiroteo masivo -con más de 10 víctimas mortales- que se produce en los últimos meses en Estados Unidos.
    Dolor

    En una vigilia de oración, Northam preguntó: “¿Por qué suceden estas tragedias? No tengo una respuesta para eso, pero Dios sabe... Y Dios tiene el control aquí”. El administrador de la ciudad, Dave Hansen, comenzó la conferencia de prensa proyectando diapositivas con fotos de las 12 víctimas mortales, siete hombres y cinco mujeres, mientras leía sus nombres, uno por uno.

    Once de ellos trabajaban para la ciudad de 450,000 habitantes, situada a unos 300 kilómetros al sur de Washington.

    Decenas de dolientes, muchos sollozando, se reunieron en el estacionamiento donde Northam habló para rendir homenaje a las víctimas. Alguien tocó una guitarra. “Esto es algo que no debería suceder”, dijo Mary Sullivan Trent, una pastora local. “Y esto es algo en lo que deberíamos estar trabajando para evitar que se repita”.

    La Policía mostró fotos de cada una de las víctimas de la matanza.
    Megan Banton, empleada municipal, dijo a la televisión que durante el caos ella y unos 20 compañeros se escondieron en una oficina, donde usaron un escritorio para trancar la puerta. “Queríamos tratar de mantenernos a salvo todo lo que pudiéramos y mantenernos al teléfono con el 911, para asegurarnos de que la policía venía. No pudieron llegar lo suficientemente rápido”, dijo, agregando que la espera se sintió como de “horas”.

    Una vecina de Craddock contó que era retraído y se levantaba a horas extrañas. “Lo escuchabas caminar. Solía dejar caer cosas como a las 2 de la madrugada”, dijo Cassetty Howerin a una televisora.

    “Nunca lo vi sacar basura, traer comida, nunca vi entrar o salir gente”, añadió. “Era muy introvertido”.