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Flo Guan, la 'influencer” que vive de modelar ropa y tomarse fotos

  • 15 septiembre 2018 /

Corre de un desfile de la Semana de la Moda de Nueva York a otro, y atrae todas las miradas con atuendos que nunca pasan desapercibidos.

Reino Unido.

Florence Guan nació y vive en Londres. Su padre es de China continental, y su madre de Hong Kong. Aunque acaba de graduarse como diseñadora gráfica, su verdadera pasión es la moda.

Los “influyentes” como Guan han revolucionado la industria de la moda en la última década. Algunos tienen millones de seguidores y amasan fortunas. Hay incluso empresas como MuseFind o Instabrand cuya misión es conectar a marcas con influyentes y monetizar su presencia en redes sociales.

Flo es bajita y menuda. Lleva el pelo turquesa levantado en dos coletas, casi del mismo color que el abundante cuello peludo de su chaqueta vintage de charol negro.

Sus jeans ASOS tienen un estampado de vaca, como su cartera comprada en una tienda de segunda mano. Un pequeño top de cuero vegano negro de Motel Rocks cubre su pecho, y en los pies lleva zapatillas Sketchers, porque sus botas Buffalo se arruinaron con la lluvia.

La mitad de sus seguidores residen en Gran Bretaña, y la otra mitad en Estados Unidos. También hay un pequeño porcentaje de asiáticos. El 75% son mujeres.
- “Tienes que pagarme” -

Aunque no tiene un blog sino una cuenta Instagram, muchos la consideran una bloguera. Otros la llaman “influencer” o “trendsetter”: una influyente de la moda que tiene la capacidad de aumentar la clientela de las marcas que la auspician, y de imponer nuevas tendencias de estilo.

Flo comenzó publicando en su cuenta Instagram fotos de sí misma junto a pequeñas leyendas, mostrando su original estilo de vestirse. Y en solo un año sus seguidores pasaron de mil a 24,000.

“Mi estilo es una mezcla de todos los estilos. Pero siento definitivamente que el color es lo mío”, “amo las texturas”, dice esta joven que oscila entre el pop y el underground.

Una de sus fotos más recientes, sexy e inocente al mismo tiempo, la muestra sentada entre burbujas, globos y nubes blancas. Lleva una carterita rosa con el ícono de Playboy y un atrevido corset lila y rosa que revela los grandes tatuajes de su brazo izquierdo.

Para facilitar la tarea de influir en sus seguidoras, coloca en la leyenda de sus fotos un link directo a la ropa que viste, a veces junto a un código para obtener un descuento.
Ahora muchos diseñadores la invitan a sus desfiles de las Semanas de la Moda de Londres y de Nueva York. También asistió a la última Semana de la Moda de París.

Y marcas como Diesel, Nike, Topshop, I am Gia o Cyberdog le han enviado ropa para que la vista y se fotografíe con ella, con la esperanza de conquistar nuevos clientes entre su creciente red de seguidores.

“Al principio no sabía que podían pagarte por esto, así que lo hacía gratis. Pero ahora, para todo lo que hago, tienes que pagarme, porque ya no puedo hacerlo más gratis y ofrezco mucha exposición como para no recibir nada a cambio”, cuenta Guan.

“Si la marca es conocida, me pagan hasta 200 libras (260 dólares) por foto publicada”, dice tras asistir al desfile de la marca neoyorquina Zero+María Cornejo en los enormes salones del Chelsea Piers, frente al río Hudson.

Grandes tiendas del mundo la visten y también le pagan hasta $260 por cada foto publicada en sus redes sociales.
- “El mundo ha cambiado” -

Ahora quiere colaborar de manera más activa con los diseñadores que conoce en la New York Fashion Week. “Quiero ayudar a más marcas que están empezando”, afirma.

Por ahora vive con sus padres como muchos jóvenes de su ciudad natal, debido a los exorbitantes precios inmobiliarios. “Pero dame un año”, dice, “y creo que podré mantenerme”.

“Mi meta es seguir haciendo esto toda la vida”, afirma. “Esto me parece muy divertido, me resulta muy natural, y me encanta mostrar mi estilo personal”.

Su madre aprueba su trabajo. “Mi padre es más tradicional, y me dice que preciso un empleo de 9 a 5, que pague, estable, para que pueda comprarme una casa bla, bla, bla”, cuenta sonriendo.

“Pero yo le digo: ‘Papá, el mundo ha cambiado. Realmente no necesitas un empleo de 9:00 a 5:00 hoy en día. La gente hace dinero de otra manera’”.