Se trata de uno de los hombres más ricos de Corea del Sur, con una fortuna estimada en $6,500 millones. Sin embargo Lee Jae-yong, vicepresidente de Samsung.
Luego de vivir en una lujosa mansión de $4 millones, el ejecutivo se encuentra ahora confinado en una pequeña celda de 6.5 metros cuadrados, acusado de pagar sobornos, malversar fondos, ocultar activos en el extranjero así como beneficios procedentes de actos delictivos, relacionados con una trama conocida en corea como La Rasputina, escándalo que también apartó de la presidencia a la presidenta Park Geun-hye.
Lee fue enviado al Centro de Detención de Seúl, en donde son recluidos políticos y empresarios acusados de corrupción.
Aunque puede recibir visitas, estas solo pueden quedarse 30 minutos y Lee debe conversar con ellos a través de un grueso cristal. Solo las visitas de su abogado no tienen límite de tiempo.
Acostumbrado a restaurantes caros, el menú de Lee en la cárcel es principalmente a base de arroz, el cual se sirve en platos de plástico que le sirven a través de un orificio en la puerta de su celda y el hombre que contaba son servidumbre que atendiera todas sus necesidades, debe ahora lavar él mismo su ropa.
Se le permite comprar artículos para su aseo personal y cuenta con un escritorio para leer o estudiar y aunque cuenta con un aparato de televisión que transmite señal unas ocho horas al día, este se encuentra sintonizado en un único canal, el cual transmite contenidos del Ministerio de Justicia corean.
El suplicio se prolongará unos 10 días, tiempo que tienen las autoridades para armar el proceso en su contra.
