Edwin Powell Hubble (1889-1953) fue el primer astrónomo que demostró la existencia de otras galaxias y descubrió la evidencia de la expansión del Universo, pero no es un personaje conocido para el gran público. Sin embargo, el primer telescopio espacial, que lleva su nombre, ha cautivado tanto a científicos, por sus valiosas observaciones, como al público de medio mundo por mostrarnos la belleza del Universo.
La idea de llevar un telescopio fuera de la atmósfera terrestre es mucho más antigua de lo que se pudiera pensar, pues se remonta a 1923, cuando el científico especialista en cohetería Hermann Oberth publicó un artículo en ese sentido, aunque hubo que esperar muchas décadas para contar con la tecnología necesaria para crearlo y ponerlo en órbita, gracias a la colaboración entre la Nasa (EUA) y la ESA (Agencia Espacial Europea).
| El Hubble
El Hubble ha observado, y con él todos nosotros, cosas tan increíbles como la nebulosa del Águila, una de sus fotos más famosas y que posteriormente sería llamada “los pilares de la creación”, la desintegración de un asteroides o la colisión de un cometa contra Júpiter.
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El planeta Jupiter junto a una de sus lunas Ganimedes a 433 millones de kilómetros de la tierra.
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Desde entonces, los datos e imágenes enviados por el telescopio a la Tierra han sido una fuente inagotable de conocimientos y nuevos enigmas, que han ensanchado las fronteras del saber humano, y su datos ayudaron a ganar un Premio Nobel del Física en 2011 a los astrónomos Saul Perlmutter, Adam Riess y Brian Schmidt, por descubrir que el Universo se expande a un ritmo cada vez mayor. Solo el tiempo dirá si esa lista de galardones se engrosa.
| El Hubble
ha ayudado a determinar el tamaño del Universo y datar con mayor precisión su edad, unos 13,700 millones de años. A través de sus fotografías, nos ha enseñado que el cosmos es una explosión de colores y formas caprichosas, a veces misteriosas, pero siempre de una belleza sobrecogedora e inimaginable hasta entonces.
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El segundo hito del Hubble, según Bonnet, fue fotografiar “toda una secuencia de la formación de estrellas y planetas que pueden conducir a la aparición de objetos similares a los que estamos acostubrados, es decir, una Tierra alrededor de un Sol”.
Otras de sus grandes contribuciones ha sido el estudio de los agujeros negros supermasivos, que son objetos muy densos y con tanta masa que ni siquiera la luz puede escapar de su gravedad. Por eso, hasta que el Hubble empezó a funcionar era imposible observarlos directamente y los astrónomos no tenían manera de probar sus teorías, sin embargo, la alta resolución del telescopio hizo posible ver los efectos de la atracción gravitatoria de algunos de estos objetos en su entorno.
Pero aún quedan enigmas por descubrir como el de la materia oscura, que los científicos creen que compone tres cuartas partes de la materia del cosmos, aunque las observaciones del Hubble están proporcionando información para seguir trabajando en ese ámbito.
La nebulosa del Águila está ubicada a 6,500 años luz de nuestro planeta.
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La Nasa mostró un espectacular y brillante tapiz de estrellas jóvenes, fue la foto oficial para celebrar el 25 aniversario del telescopio espacial Hubble.
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Conocimientos, muchos ellos, que se antojan difíciles de entender para el común de los mortales, pero el Hubble no es conocido solo en círculos científicos pues sus impresionantes fotografías del Universo han abierto la mente de los hombres a una belleza extraña pero cautivadora.
La Humanidad, que durante siglos estuvo “condenada a tener del cosmos solo una imagen incierta”, asistió a un acontecimiento “mágico” cuando el Hubble empezó a enviar las primeras imágenes y la observación astronómica entró en “una nueva era”, según escribe el administrador de la Nasa y antiguo astronauta, Charles F. Bolden, en el prefacio del libro “Expanding Universe”, recientemente publicado por Taschen y que recopila 25 años de impresionantes fotografías realizadas por el telescopio espacial.
Concebido como un viaje hacia los confines del cosmos, “Expanding Universe” agrupa las imágenes por su cercanía a la Tierra, desde las del Sistema Solar, con fotografías de Júpiter o Neptuno, a las espectaculares columnas de gas, cuna de nuevas estrellas, en la Vía Láctea, o la Galaxia Molinillo de Viento del Sur, ubicada a 15 millones de años luz.
Y con todo ello nos han enseñado que el cosmos no es una miríada de pequeños puntos brillantes sobre un cielo negro, sino una explosión de colores -rojos, verdes, amarillos, rosas- y de formas caprichosas y a veces misteriosas, pero siempre de una belleza sobrecogedora e inimaginable hasta entonces.
Un cosmos lleno de vida que el Hubble ve en colores, aunque las imágenes recibidas en la Tierra son en blanco y negro y que, según se explica en “Expanding Universe”, se transforman en color en función de las longitudes de onda (rojo para las más largas, azul para las más cortas y verde para las intermedias) y con la ayuda de filtros y otros datos recogidos por el Hubble, como la luz infrarroja, la microondas, los rayos X y gamma.
Un cuarto de siglo después de su lanzamiento, el potencial del Hubble no se ha agotado, aunque ya se prepara el terreno para el lanzamiento del próximo telescopio espacial, el James Webb, previsto para 2018 y con el trabajará en conjunto, para quién sabe si algún día dar respuesta a uno de los grandes misterios de la Humanidad: ¿estamos realmente solos en el universo?. EFE