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Guatemala busca a 300 personas sepultadas por el deslizamiento

  • 04 octubre 2015 /

Ciudad de Guatemala.

La esperanza de encontrar sobrevivientes entre los más de 300 desaparecidos se desvanece lentamente en Guatemala, cuatro días después de que un gigantesco alud de tierra sepultara la aldea de El Cambray II.

La cifra de víctimas ascendió ayer a 131, según cifras de la alcaldía de Santa Catarina Pinula, al que pertenece la población afectada, 38 están identificados (26 adultos y 12 menores) y 52 sin identificar (33 adultos y 19 menores de edad).

La cifra restante, 22, corresponde a restos humanos de los que las autoridades hasta el momento no han podido determinar el sexo ni la edad debido al mal estado en el que se encuentran.

Mientras que la posibilidad de rescatar a supervivientes es cada vez menor, Guatemala mira al cielo esperando que las condiciones meteorológicas den un respiro para poder seguir buscando a más víctimas. Las últimas casas a las que se ha accedido están inundadas.

En la zona del desastre se trabaja en contra de las estadísticas. Los protocolos internacionales fijan en tres días el límite habitual para encontrar supervivientes en una tragedia de esta naturaleza.

A lo largo del fin de semana, los cuerpos de socorro no lograron rescatar a ninguna persona con vida y ayer, desde el lugar del derrumbe, al que ya solo tienen acceso los equipos de búsqueda, empezaba a emanar la fetidez propia de cadáveres en descomposición.

Unidad

Esta tragedia, que se produjo el pasado jueves por la noche y que está considerada como la catástrofe natural más grande de este año, derrumbó el ánimo de los guatemaltecos y a la vez consiguió unir a una sociedad caracterizada por las grandes diferencias sociales.

Cientos de personas se han volcado a los centros de acopio para donar víveres para los damnificados.

México envió un contingente de 64 especialistas de rescate, apoyados por 16 perros entrenados en la búsqueda de personas soterradas entre los escombros.

Mientras los afectados buscan cobijo en albergues, con familiares o amigos, otros dan el últimos adiós a sus seres queridos, ahogados en una tristeza que ni los profesionales son capaces de apaciguar.

Uno de los casos más emblemáticos es el de una familia en la que fallecieron nueve de sus miembros y fueron sepultados ayer en una aldea indígena del departamento de Quetzaltenango.

Los cuerpos de socorro han removido alrededor de 17,000 metros cuadrados de tierra de la zona del alud.