Nueva York, Estados Unidos.
Los estadounidenses se divierten y los canales de televisión corren detrás de sus declaraciones incendiarias, pero los políticos no ocultan su preocupación.
Ocupa la portada de los diarios, divierte a los humoristas políticos y desespera a los republicanos: el candidato Donald Trump ha logrado sacudir la campaña presidencial estadounidense a fuerza de declaraciones estruendosas que desafían lo políticamente correcto.
Desde el lanzamiento de su campaña el 16 de junio, el espectáculo es casi diario: el multimillonario que hizo fortunas en el sector inmobiliario, campechano y populista a la hora de hablar, ha atacado a los inmigrantes ilegales mexicanos y al senador republicano y héroe de la guerra de Vietnam John McCain.
Trump trató de 'idiota' a uno de sus adversarios republicanos, Lindsey Graham, que lo había calificado de 'bruto' y se vengó divulgando su número de teléfono celular ante las cámaras.
Los medios, la candidata demócrata Hillary Clinton... Trump no perdona a nadie. Clinton 'es la peor secretaria de Estado de la historia del país', dijo el jueves desde Laredo (Texas), en la frontera con México. 'Será derrotada y yo seré quien la derrote', aseguró.
 El magnate estadounidense ha acaparado la atención de los medios de comunicación por sus constantes polémicas en las últimas semanas.
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Ahora, las amenazas de Trump fueron un paso más allá, al advertir a que, si los republicanos no le tratan bien, lanzará su propio partido.
Y le sobra el dinero para ello. Su patrimonio estimado en 10.000 millones de dólares (una afirmación que ha despertado dudas), parece apreciar su éxito tanto como los humoristas de las emisiones sobre política en la televisión, que a diario analizan desde todos los ángulos sus apariciones y declaraciones.
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Es que, entre los 16 candidatos republicanos, Donald Trump, al que algunos solo ven como un payaso rubio de 69 años con su curioso corte de pelo, encabeza cómodamente los sondeos de intención de voto para la investidura de su partido, con 24% de apoyo Algunos electores decepcionados del discurso político habitual ven en Trump al que les dice las cosas tal como son.
