El descubrimiento de siete nuevas fosas en el estado mexicano de Guerrero, el mismo donde desaparecieron los 43 estudiantes el 26 de septiembre pasado, pone nuevamente en la mira al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Unos 10 cadáveres y 11 cabezas humanas fueron encontrados en los entierros clandestinos ubicados por las autoridades del estado el pasado martes, horas después de la reunión que tuvo Peña Nieto con su homólogo estadounidense, Barack Obama, para precisamente tratar el asunto de la inseguridad en México. En las dos primeras fosas fueron encontrados cuatro cadáveres; en la tercera, los restos de una persona envueltos en una bolsa plástica; en la cuarta, cuatro cuerpos, y en la quinta uno más. Casi todos los cadáveres tenían atadas las manos y presentaban huellas de haber sido torturados.
El hallazgo se dio en un municipio cercano a Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, donde desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Los restos de uno de los alumnos desaparecidos en la ciudad de Iguala fueron identificados por forenses de Austria y Argentina; la Fiscalía lo encontró en un vertedero del municipio de Cocula.
Respaldo
Peña Nieto regresó ayer al país tras recibir el respaldo de su homólogo Barack Obama en el combate al flagelo del narcotráfico. “México tiene claro que tenemos que combatir con mayor eficacia y contundencia al crimen organizado”, dijo. Obama, por su parte, expresó el compromiso de ser “un amigo y apoyo para México en sus esfuerzos para eliminar la violencia y los cárteles de la droga que son responsables de tantas tragedias en este país”, incluyendo la desaparición de los estudiantes.