Ciudad de México.
El Gobierno mexicano comenzó ayer a dar señales de impaciencia con las manifestaciones violentas que se han multiplicado a raíz de la desaparición de 43 estudiantes, desvinculándolas de las genuinas expresiones de dolor por la tragedia.
De regreso a México tras su cuestionada gira por Asia, el presidente Enrique Peña Nieto rechazó los actos violentos desencadenados en las últimas protestas en el estado de Guerrero y en la Ciudad de México y, aunque prometió agotar el diálogo, advirtió que el uso de la fuerza puede ser el 'último recurso'.
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'Queremos convocar al orden, a la paz; a los grupos (que han incurrido en actos violentos) convocarles al orden y no hacer de este momento de pena y dolor por el que pasan padres de familia una bandera que concite a la violencia y al desorden', dijo Peña Nieto.
Tras su regreso a México, el Presidente justificó su 'corta' gira de seis días a Asia para asistir a las cumbres de la Apec y del G20 en medio de la furia y la conmoción en México por la desaparición y posible masacre de los normalistas de Ayotzinapa.
Al resaltar que 'dos de cada tres pesos de riqueza' en México dependen de su comercio exterior, Peña Nieto aseguró que desde el extranjero estuvo 'muy atento' a los acontecimientos relacionados con el evento, que ha provocado la mayor crisis de su gobierno desde que asumió el poder en diciembre de 2012.
