Río de Janeiro.
La preferencia por Luiz Inácio Lula da Silva en las encuestas de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre próximo siguió creciendo pese a que el expresidente brasileño fue condenado por corrupción y está preso desde abril, según un nuevo sondeo divulgado hoy.
De acuerdo con el sondeo realizado por la firma Datafolha y publicado por el diario Folha de Sao Paulo, si las elecciones fuesen hoy, el líder socialista recibiría el 39 % de los votos, casi el doble que el segundo candidato mejor ubicado, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, a quien la encuesta le atribuye el 19 %.
El resultado de Datafolha, hasta ahora la encuesta más completa y amplia realizada de cara a las presidenciales del 7 de octubre, confirma los divulgados por otras dos firmas, Ibope y MDA, en los que Lula aparece con el 37 % de la intención de voto y Bolsonaro con el 18 %. La encuesta realizó 8,433 entrevistas y le otorga al líder de la izquierda un 39% de intenciones de voto, frente a 30% que tenía en junio. Ninguno de los otros once candidatos superaría la barrera del 10% en los comicios.
Datafolha constató que el apoyo a Lula creció pese a que el dirigente está en prisión desde abril pasado cumpliendo una condena a 12 años por corrupción confirmada por un tribunal de segunda instancia, lo que, según las normas electorales brasileñas, le impediría aspirar a cualquier cargo público.
“Lula crece por efecto de ‘notoriedad de la marca’” y por “el desconocimiento de la mayoría de los demás candidatos”, Bolsonaro exceptuado, afirma Jason Vieira, de la consultora Infinity Assets, recordando que el líder del PT multiplicó los actos proselitistas antes de ser encarcelado en abril, adelantando de hecho la campaña electoral.
Lula es, además, una figura central de Brasil desde el fin de la dictadura militar (1964-85). Desde 2002, ganó directamente dos elecciones y otras dos a través de su herederera política Dilma Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso.
“Lula domina el panorama político desde hace veinte años o más” y “cuando él no figura, la indecisión [del electorado] es muy grande”, sostiene José Augusto Guilhon Albuquerque, profesor emérito de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo (USP).
La campaña de Lula evoca sus años de gobierno, de crecimiento con programas de inclusión social. “Lula presidente, para que Brasil vuelva a ser feliz”, es su consigna. Y el PT denuncia dentro y fuera de Brasil la detención “injusta” de su líder, que purga en Curitiba una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.
El Comité de Derechos Humanos de la ONU instó a permitirle participar en la elección, incluso desde su celda, mientras tenga recursos judiciales pendientes. El Tribunal Superior Electoral (TSE) ha hecho hasta ahora caso omiso de esos pedidos y con toda probabilidad decidirá, a mediados de septiembre a más tardar, invalidar la candidatura de Lula, invocando una ley que impide a condenados en segunda instancia presentarse a una elección.
La preferencia por Luiz Inácio Lula da Silva en las encuestas de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre próximo siguió creciendo pese a que el expresidente brasileño fue condenado por corrupción y está preso desde abril, según un nuevo sondeo divulgado hoy.
De acuerdo con el sondeo realizado por la firma Datafolha y publicado por el diario Folha de Sao Paulo, si las elecciones fuesen hoy, el líder socialista recibiría el 39 % de los votos, casi el doble que el segundo candidato mejor ubicado, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, a quien la encuesta le atribuye el 19 %.
El resultado de Datafolha, hasta ahora la encuesta más completa y amplia realizada de cara a las presidenciales del 7 de octubre, confirma los divulgados por otras dos firmas, Ibope y MDA, en los que Lula aparece con el 37 % de la intención de voto y Bolsonaro con el 18 %. La encuesta realizó 8,433 entrevistas y le otorga al líder de la izquierda un 39% de intenciones de voto, frente a 30% que tenía en junio. Ninguno de los otros once candidatos superaría la barrera del 10% en los comicios.
Datafolha constató que el apoyo a Lula creció pese a que el dirigente está en prisión desde abril pasado cumpliendo una condena a 12 años por corrupción confirmada por un tribunal de segunda instancia, lo que, según las normas electorales brasileñas, le impediría aspirar a cualquier cargo público.
“Lula crece por efecto de ‘notoriedad de la marca’” y por “el desconocimiento de la mayoría de los demás candidatos”, Bolsonaro exceptuado, afirma Jason Vieira, de la consultora Infinity Assets, recordando que el líder del PT multiplicó los actos proselitistas antes de ser encarcelado en abril, adelantando de hecho la campaña electoral.
Lula es, además, una figura central de Brasil desde el fin de la dictadura militar (1964-85). Desde 2002, ganó directamente dos elecciones y otras dos a través de su herederera política Dilma Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso.
“Lula domina el panorama político desde hace veinte años o más” y “cuando él no figura, la indecisión [del electorado] es muy grande”, sostiene José Augusto Guilhon Albuquerque, profesor emérito de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo (USP).
La campaña de Lula evoca sus años de gobierno, de crecimiento con programas de inclusión social. “Lula presidente, para que Brasil vuelva a ser feliz”, es su consigna. Y el PT denuncia dentro y fuera de Brasil la detención “injusta” de su líder, que purga en Curitiba una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.
El Comité de Derechos Humanos de la ONU instó a permitirle participar en la elección, incluso desde su celda, mientras tenga recursos judiciales pendientes. El Tribunal Superior Electoral (TSE) ha hecho hasta ahora caso omiso de esos pedidos y con toda probabilidad decidirá, a mediados de septiembre a más tardar, invalidar la candidatura de Lula, invocando una ley que impide a condenados en segunda instancia presentarse a una elección.